Responde Cruz

Responde Cruz

(Esta es la segunda y última parte de una larga carta enviada a este diario por el director teatral y subsecretario de Cultura señor Giovanni Cruz, en respuesta al escritor Avelino Stanley).

Señor director:

No entendí la referencia que hace Avelino del personaje que interpreté en la película Perico Ripiao. No sé si me alababa o criticaba. No. No lo sé. Soy actor y como tal he trabajado en varias películas de cine y televisión y en más de setenta obras teatrales. Y lo seguiré haciendo con orgullo y dignidad.

Me resulta, en cambio, degradante ver a un escritor aparecer semidesnudo, como si fuera un bailarín de strip-tease, en la portada de un libro solamente para conseguir un poco de publicidad.

Ciertamente tengo aún cosas que aprender en el campo de la literatura de muchos escritores.

Por eso confieso que me sonrojo ante las alabanzas recibidas y tiendo a creer que algunas veces son un tanto exageradas.

Así pensé cuando Marcio Veloz Maggiolo me proclamó como un dramaturgo importante y afirmó, refiriéndose a una de mis piezas; que: «siento en ella los aires de Guilherme de Figuereido, o de Cuzzani, por solo citar dos grandes maestros del drama negro latinoamericano».

Lo mismo me ocurrió cuando Andrés L. Mateo escribió: «Yo creo que la puesta en escena de Los Diablos, de mi amigo Giovanny Cruz, nos permitirá un deleite poco frecuente: el deleite del pensamiento, porque está bueno ya de que nuestro teatro únicamente escriba sobre algo, y no escriba algo, como pedían James Joyce invocando aquella transgresión según la cual el pensamiento puede pensar sobre el pensamiento».

Tony Raful se parcializó, seguramente, cuando escribió: «Lo repito una vez más. Giovanny Cruz es un artista indudable. Un creador fundamental en la nueva visión del teatro dominicano. Un testigo ocular de nuestras miserias y esperanzas. Pienso en él como parte de un movimiento por la cultura y el desarrollo del arte nacional».

Pero mi sonrojo mayor lo produjo José Rafael Lantigua cuando publicó que: «Giovanny Cruz ha dado un giro supremo a la dramaturgia dominicana».

Francamente nunca entendí por qué los periodistas de los medios de comunicación del desaparecido Grupo Pellerano me designaron como el mejor director teatral del siglo XX.

Sé que fui injustamente reconocido como el mejor dramaturgo del 1992 por la Casa del Escritor Dominicano, siendo Marcio Veloz Maggiolo presidente de la misma.

También, lo reconozco, mis diferentes premios como actor y director teatral son inmerecidos.

El lector me vería como un pedante si también publicara las opiniones que sobre mi literatura teatral han formulado Luis Rafael Sánchez, Rodolfo Santana, Carlos Esteban Deive, Odalís Pérez, Gloria F. Waldman; entre otras grandes figuras de la literatura.

Avelino asegura que las erratas en el documento publicado por los intelectuales del PRD, reflejan no sólo un descuido sino una ineficiencia.

En el periódico HOY saben muy bien lo ocurrido en la lectura que sus ordenadores realizaron del CD que enviamos. No por ello acusamos de negligencia a tan prestigioso periódico. Esas cosas ocurren en cualquier parte del mundo. No nos agradó, pero tampoco nos ofendió. Desde luego que agradecimos al periódico enmendar su error al publicar gratuitamente la versión correcta del documento.

Lo que resulta imperdonable en un escrito es que al hablar de errores que otros no cometieron, incurra en tantas faltas gramaticales como las que pueden leerse en la carta del señor Stanley, en la cual arremete en contra del suscrito y en contra del idioma en que ambos escribimos.

Las conquistas logradas con el Plan Decenal de Cultura se han percibido desde hace un año. No verla es miopía intelectual… o estulticia.

Empero, creo que correspondería al poeta Mateo Morrison ofrecer los datos sobre el citado plan.

Del contenido de la carta de Avelino Stanley se desprenden ciertas actitudes retaliativas e intolerantes.

Desde luego que creo que su caso es aislado. Pero, por si acaso, declaro que este mocano no tiene miedo a nadie del más acá.

Para ilustrar a Avelino, o cualquiera que lo requiera, vivo en Las Caobas II, calle 2, casa número 11-B (altos). Se trata de un sector humilde y una casa de igual condición. Los amigos siempre han tenido allí muy buena acogida. Aunque no nos gustan mucho los payasos que se ponen caretas de escritores para hacerse potables, estamos dispuestos en el caso de Avelino a hacer una excepción.

(Ah! Y me sigo sintiendo orgulloso de ser perredeísta.

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