Responsabilidad de cada nación

Responsabilidad de cada nación

Jonás es uno de los libros más interesantes de la Biblia. Lo que más la gente suele recordar y conocer de él es que un gran pez se tragó a este profeta.

Sin embargo, se pasa por alto el detalle que le dio razón de ser a esta obra.

Se trata de la condición política, social y religiosa de Nínive, una ciudad importante y lujosa del imperio de Asiria.

Fue construida por Asur, en honor a su hijo Ninos. Era llamada la ciudad real de Asiria. Dios le dio orden a Jonás de ir y decirle a esa gente que dentro de un plazo de cuarenta días la ciudad sería destruida con todas sus enormes murallas, jardines y hermosura.

¿Por qué? La maldad de los ciudadanos había puesto fin a la paciencia de Dios.

Los ninivitas sacaban a los enemigos a las arenas calientes donde los enterraban, dejándoles sólo la nariz fuera, mientras extendían la lengua con un cinto de cuero. Las personas enloquecían antes de morir. 

Cortaban la cabeza de los enemigos y las exhibían como trofeo.

Al tomar posesión de otra ciudad, mataban a los hombres y a los niños.

Los moradores eran corruptos, ladrones, sanguinarios, idólatras, mentirosos, estafadores e inmisericordes.

Por esto Dios decidió eliminarla. Jonás debía anunciar esta destrucción.

Juan Calvino dice que Dios juzgará un día la condición de cada nación.

Fue por la maldad, los vicios, la violencia, el robo y los abusos que muchas naciones del pasado fueron destruidas, incluyendo el Imperio Romano.

Por su comportamiento, los líderes darán cuenta un día al Creador de la forma en que pastorearon a sus pueblos.

Nadie piense que sus fechorías y maldades quedarán impunes. Puede ocurrir ante los hombres, pero no ante Dios.

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