Responsabilidades en preservar nuestra democracia

Responsabilidades en preservar nuestra democracia

Políticos y politólogos, junto a estamentos de poder que los sustentan, propalan la especie que el pasado proceso electoral, interpretándolo superficialmente,  conduce a dictadura, personal o partidaria; cuando lo que conspira contra la democracia es la ineficacia social y económica de sus componentes: gobernantes y opositores, autoridades y partidos.

En esta ocasión, como en otras, los partidos fallaron en asumir roles que le correspondían, por comisión u omisión, que sumados a negligencias y malicias, determinan resultados disputados.

Partiendo de la inexistencia de oposición, restando alternabilidad y entusiasmo determinante de la abstención. Siguiendo con la inscripción en el clientelismo como método predominante de proselitismo, proporcionando ventajas al partido gobernante. Campañas fueron diseñadas siguiendo rutinas sin ponderar expectativas poblacionales.

Mucha de la fraudulencia denunciada emana de  partidos convivenciados con instancias nacionales e internacionales para “reformar y modernizar” nuestro sistema político: proliferaron organizaciones partidarias, relajaron la división territorial, multiplicaron cargos a elegir e introdujeron el voto preferencial que divide los partidos al competir candidatos dentro de la misma organización.

La debilidad de la JCE no deja de ser consecuencia de deficiencias administrativas de partidos habida cuenta la repetición de anomalías en el conteo, sumatoria, registro y transmisión de actas.

Los partidos no velaron que funcionarios electorales y delegados contaran, sumaran y escribieran clara e imparcialmente; ni que la JCE los seleccionara y entrenara debidamente. No conculcaron a la JCE para impedir que los colegios se convirtieran en compraventas o centro de consumo de colmadones. Ni supervisaron el cumplimiento de  especificaciones sobre impresión de boletas ni verificaron si su diseño permitiría, por el tipo de marcador, expresar claramente la voluntad del elector sobre fotos reducidas por la multiplicidad de candidaturas.

En otras palabras, partidos, reformadores y modernizadores;   cayeron víctimas de sus propias maquinaciones dentro del sistema que diseñaron.

Ahora atemorizan con tentaciones dictatoriales que en lugar de prevenir, despiertan inclinaciones; cuando los resultados no justifican estas amenazas.

Nadie triunfó airosamente como para precursar  dictaduras. El Presidente Fernández sufrió reveses en plazas donde impuso y expuso su prestigio sobre su principal contrincante interno, que si puede abrogarse triunfos morales y reales, por lo que no es razonable suponer que el Senado actuará tan monolíticamente como presuponen algunos.

Prueba de ello fue el abandono del intento de recibir apoteósicamente al Presidente Fernández de su reciente periplo.

La verdadera amenaza dictatorial sobre la nación radica en no hacer más eficiente nuestra democracia, en términos de satisfacer necesidades de los gobernados.

Y esto a su vez requiere una reingeniería profunda y novedosa en comportamientos y administraciones de partidos y movimientos políticos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas