Responsables del Estado fallido

Responsables del Estado fallido

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
El país se estremeció el pasado miércoles 29 cuando se enteró que casi ya no somos una nación, y que por diversas mediciones del grupo Fondo para la Paz y Foreign Policy, somos un Estado fallido al borde de la desintegración, y en donde se señalan las causas de encasillarnos como al borde del colapso, sin señalar con responsabilidad a los culpables de que nuestro país no pueda echar pa’lante.

Todos estamos dando gritos, como plañideras de mortuorios o rasgándonos las vestiduras, como hacían aquellos personajes de la Biblia cuando le temían a la ira de Dios y sus castigos, y ahora todos se acusan para evadir responsabilidades, que han estado vigentes en el país desde la fundación de la República, cuando los corruptos obligaron a desterrar de por vida a nuestro fundador Juan Pablo Duarte.

Nuestra historia enseña, aún cuando sea escrita por encargo o con apasionamiento ideológico, que la corrupción ha sido dominante en la actuación de los dominicanos, que de alguna forma se engancharon a la política, culminando en pleno siglo XXI cuando fuimos testigos de cómo se deshonró y desacreditó la solemne investidura del Estado, con una corrupción que nos llevó a convertirnos en el paraíso del narcotráfico, aparte de como los fondos del Estado fueron esquilmados con los más variados negocios y de como dudosos préstamos no se sabe el destino que tomaron.

Así fue el período del 2000 al 2004. Las consecuencias las vivimos cuando estamos al borde de un Estado fallido, en donde la pobreza es cada vez mayor, la inseguridad ciudadana crece con el paso de los días y la voracidad fiscal no se convierte en mejores servicios de salud, de educación y de mejores vías de comunicación. Por cuanto, los responsables de estar al borde de caer en un Estado fallido, son los políticos que solo piensan en sus beneficios, y los vemos ahora de como se desesperan por un cargo en sus partidos, representativos del sistema democrático, cuyo objetivo es aposicionarse, no para servir al pueblo, sino para servirse del pueblo, engañándolo y buscando sus simpatías en los momentos que necesitan ser elegidos para adueñarse de posiciones y malversar los fondos públicos descaradamente como se vio en los primeros cuatro años del siglo XXI.

Los políticos, que nos han empujado hacia el Estado fallido, no han podido acabar con el país, por más latrocinios cometidos, debido a que todavía queda una fuerza moral que, a pesar de todo, cree en el país y aún cuando repudian a los políticos y los acepta como un mal menor para no vernos sumergidos en una dictadura, como ya se percibe que se estimule a una mano dura como si fuera lo que se necesita; todo debido a las ambiciones de los políticos rapaces, que cada día hacen que los servicios de salud sean más precarios, que la pobreza continúe en aumento y que la educación no pueda ser enderezada debido a la politización e ignorancia de los maestros gremialistas; los demás servicios públicos, como el de la energía son un caos más caro y escaso, ofreciéndose excusas a los usuarios para que acepten la incapacidad y abuso contra ellos de los ejecutivos. Y al ver como los políticos se han empeñado en destruirnos, mediante la malversación de los fondos públicos y las inversiones inadecuadas de lo poco que queda, nos damos cuenta que, si sobrevivimos, es por que hay sectores conscientes que se ven cuando luchan, motivan y orientan en sus comunidades para hacerlas viables, en los empresarios que trabajan en sus empresas, tanto las industrias, en las turísticas, o en la agricultura; así mismo en corrientes religiosas cristianas, llevando más sensatez a la creencias y buscando restituir la fuerza moral que ya desapareció de los hogares, que antes eran la distinción de los dominicanos. Una vez se formaron generaciones responsables, de las cuales ya quedan pocas, para ahora reemplazarse por los que ambicionan las riquezas fáciles, que van desde las obtenidas con el narcotráfico hasta la dilapidación de los fondos públicos.

Es verdad que casi somos un Estado fallido. Ojalá que esa evaluación del Fondo para la Paz sirva de aguijonazo que nos haga ver de que si dejamos actuar a los políticos por la libre, en poco tiempo caeremos en una espiral hacia un abismo peor al que viven los haitianos, que cada vez se sumergen más en un barril sin fondo y sin posibilidades de promocionar un estado factible. Es penoso que los políticos jueguen en sus partidos y traten de engañarnos en las elecciones, pero debe haber un freno moral responsable y enérgico que les haga ver que sus ambiciones y latrocinios no serán permitidos para evitar que el país se hunda y nos convirtamos en algo que fue un hermoso proyecto duartiano de Nación.

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