Responso por Adriano Román 1 de 2

Responso por Adriano Román  1 de 2

Ubi Rivas.

Con el deceso de Adriano Rafael Román Román, acaecido el 26 de abril último, su exconsorte Miguelina Llaverías, Ramón Antonio Veras y su hijo Jordi, alcanzan la paz y la seguridad física que tenían en vilo con Adriano vivo, y culminan sus viacrucis, y también el de Miguelina, su noble, sufrida y valiente exconsorte, y mi afecto del alma de siempre.
Creyente en Jesucristo como el Mesías de Yavé, indeseo la muerte de persona alguna, además de por íntima convicción personal, pero en el caso de Adriano Román, lo mejor que pudo sucederle es morirse, porque así también culmina sus sufrimientos en su prisión de por vida.
Trabé migas con Adriano desde que él tenía 14 años y yo 15, y fue de los pocos amigos de verdad que he sostenido por todo mi trayecto biológico, como con Pedro Manuel Casals Victoria, Joseíto Jiménez Olavarrieta, Iván y Justico Castellanos Díaz, Luis Fernando, Felipe y Rafael Arzeno Plá, Daniel Arturo Espinal los hermanos Jimmy y Luisito Sued y el general PN Carmelo Fernández.
Adriano siempre me procuró doquiera que estuviera. Escalamos juntos Diego de Ocampo en junio 1966; le acompañé en 1969 a Wall Street, donde compró la maquinaria para industrializar el ponche Imperial; le acompañé a Sosúa infinidad de veces, y quedamos de ir a su casa en la playa de Punta Rucia, que nunca se produjo.
Siempre se presentaba en mi hogar, y antes de sentarse, decatreaba la nevera y se servía cuanto deseaba, y luego tratábamos temas, sazonándolos con bebidas etílicas, diciéndome de pronto, que pensó en ese momento ir a Miami, Nueva York o Madrid, sin equipajes, solo con su tarjeta American Express platino, capaz de adquirir un jet de ocho pasajeros, y más allá.

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