Responso por Carol Wojtyla

Responso por Carol Wojtyla

UBI RIVAS
Carol Wojtyla, el papa Juan Pablo II, entregó su alma al Creador el dos del presente mes de abril, luego de una larga agonía, vencido por diferentes dolencias parkinson, una de ellas, aportando a la humanidad y a la grey católica un papado impar, paradigmático, digno de la más enaltecientes loas, que han de servir de fanal, brújula, pebetero del alba, rosa de los vientos, estrella Polar, a propios y extraños a la religión católica.

Fue un Pontificado de 26 años, 6 meses y 17 días, el tercero más largo en la historia de El Vaticano, precedido por Pedro, 34 años, y Pío X, 37 años, que cimentó las bases de la religión católica en un mundo abnegado de contravalores, permeado de materialismo, muy propenso a cultos satánicos, adoradores de Belcebú, violencia, aberraciones humanas abominables, incestos, violación a menores, tráfico de órganos humanos, narcotráfico, parricidios, uxoricidas, cima del hegemonismo de la superpontecia unipolar que acogota el albedrío de la humanidad, y frustra la armonía y la paz universal con su designio imperialista.

Contra todos esos contravalores éticos, Carol Wojtyla se irguió, inflexible, aunque humilde, persuasivo, calmo, firme con su voluntad pletórica de bonhomía, amor, conciliación, penetrado hasta el tuétano de paz, que es sin quizás la mayor presea del género humano y su bien superlativo.

Recto como plomada de albañil sostenido por el hilo conductor de su desbordante amor hacia el prójimo, sin un ápice de parpadeo conceptual ni el rol de su misión superlativa, este hombre excepcional, este Papa sui generis, reservor de la más alta condición humana, sembró la fe y todos los postulados excelsos de su protagonismo mesiánico en 129 países, recorriendo apenas 80 mil kilómetros menos que es la distancia que separa La Tierra de la Luna, es decir, peregrinó 300 kilómetros, sin que el nuestro se quedara huérfano de su amor, de la huella imborrable de su singladura restañadora de comprensión y amor.

Fueron 129 los países que Juan Pablo II visitó propagando la fe en Cristo y el mensaje supremo y eterno que postula el divino Nazareno, sin el cual no hay camino, ni verdad, ni propósito valedero, ni meta, ni logro, ni sublización de la condición humana, ni paz, ni auténtico aliciente espiritual.

Consciente de la negación a los valores divinos del materialismo comunista, contribuyó en grande a su desmoronamiento apoyando sin reservas la Lech Walesga en Solidaridad en Gdansk que se alzó con el poder y derruyó la cimiente frustratoria del comunismo en su natal Polonia.

Eso, empero, no le impidió trenzar relaciones con el comandante Fidel castro, a quien cursó una visita histórica el 21-01-98, relanzando los deprimidos nexos entre El Vaticano y La Habana, con notorios resultados y avances en materia de derechos humanos en un sistema que los niega.

Esa conciencia de su gestión mesiánica concretizó extender las relaciones de El Vaticano, la única religión con nivel de Estado, de 84 estados cuando inició su papado, a 172, una prueba inequívoca de su dimensión, su compromiso y su profundidad de extender los postulados de su papado probablemente irrepetible en una gestión de la transcendencia como la que desempeñó con clarividencia y luminosidad, de la cual 14 encíclicas validan y cimentan.

Políglota, obtuvo difundir su discurso en varios idiomas, pero sobre todo al idioma español que involucra a 392 mmm, el cuarto del mundo, luego del chino 1,200 mm, inglés 478 mm e hindú 437 mm., en una prédica de 2,415 discursos en varios idiomas en los países (129) que visitó.

Su rechazo al materialismo comunista no solo consecuencia de su fe religiosa, sino de vivir la experiencia de su país, Polonia, conculcado por el tirano José Stalin, así como el nazismo por Adolfo Hitler, el ghetto de Varsovia y los campos de extermino del III Reich en Auschwitz-Bierkenau, Chelmno, Grossrosen, Treblinka, Sobibor, Majdanek, Bergen-Belzen, los peores y más horribles de la Solución Final perversa y diabólica.

Paz eterna a los restos de un campeón de la libertad y el amor.

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