Franklyn Franco Pichardo, escritor, pensador, historiador, hombre de bien, de hablar pausado, nunca lo vi alterado ni pronunciar una palabra descompuesta, se desmaterializó dormido el día 15 de este mes, y con el éxodo inmaterial escarpado hacia las regiones ignotas, el país pierde a un intelectual valiosísimo y un ser humano fuera de serie.

Inicié migas con Franklyn cuando en los años 70 fundó la librería Nacional, calle Arzobispo Nouel con Santomé, libros especializados de izquierda, que atendía junto a su madre doña Ana, y aún conservo algunas obras que adquirí en lo que resta de mi biblioteca que he regalado casi toda.

Exiliado antitrujillista, divagó por Estados Unidos, Venezuela, Puerto Rico y finalmente en Cuba, donde recibió entrenamiento  militar con 119 opositores a la tiranía del generalísimo Rafael Leónidas Trujillo; profesor de sociología e historia en la UASD por 30 años, enllave de José Francisco Peña Gómez y luego de Hatuey Decamps, vicepresidente de su Partido Revolucionario Social Demócrata, director de investigaciones del Museo de la Resistencia Anti-truijillista, a quien donó su valiosa biblioteca, no obstante estar repleta al momento doloroso de su extinción.

Publicó una docena de obras de historia, la más copiosa, Historia del Pueblo Dominicano, con siete ediciones, la última, La Población Dominicana, que me obsequió  el día 15 de mayo último, y 29 días después nos dejaba este notable historiador.

En 1988 publicó ocho tomos de su Enciclopedia Dominicana, que contribuí a colocar, y siempre me asistió en procura de una enciclopedia de dos tomos que desde hace cinco años escribo la historia de Santiago de los Caballeros, que incluyo a este caballero, oriundo del Primer Santiago de América, donde nació hace 77 años, y que desapareció su presencia física, nunca su memoria y afecto.