El deceso lamentable ocurrido el día seis del presente mes en Tampa, Florida, 84 años, del ingeniero George Arzeno Brugal no culmina la vida de un empresario, sino el inicio de recordar a un ser humano comprometido con las vivencias más sensibles de su terruño.

Sus exequias debieron culminar con un estruendoso aplauso y un ¡por siempre vivirás! Porque resulta ser la vibración de no pocos a quien George Arzeno Brugal cobijó con su lábaro solidario, espontáneo, sincero y desprendido.

George Arzeno Brugal no concentró su apreciable autonomía como gerente estrella para amontonar fortuna de su empresa y su patrimonio personal, sino más bien ejerció ese ministerio trascendente para promover los valores genuinos de la nacionalidad dominicana, ora en las artes, ora en los deportes, ora en las ciencias.

Aunque personalmente lo vi en no más de dos ocasiones, una de ellas en el supermercado escogiendo las veleidades de su paladar con la calma de bonzo que fue una de sus normativas, como su sencillez, intentando pretender el imposible de pasar desapercibido, siempre calibré el quilate rey de este ser humano fuera de serie.

Nunca disfruté el privilegio de conversar ni siquiera una vez con él, tampoco el usufructo espiritual de ser su amigo, motivos que nunca me impidieron, como consta ahora y aquí, reconocer sus condiciones personales muy singulares, y que se diferencia de muchísimos de los de su clase, consiguiendo parangonárseles muy contados.

Brugal Cree en su Gente fue una expresión genuina de George.