Reservado, sereno, con gran capacidad de tolerancia
Con la desmaterialización este junio 5 del ingeniero Leandro Guzmán Rodríguez, el país pierde a un ser humano integérrimo y a uno de los últimos tres sobrevivientes fundadores del histórico IJ4, que asumió el relevo de la Raza Inmortal del 14-06-l969 que irrumpió por Constanza, Estero Hondo y Maimón, provocando el trueno sacramental que sacudió la conciencia nacional.
Los otros dos son Luis Gómez Pérez y Julio Escoto.
Leandro fue uno de los pocos ingenieros hidráulicos que prestó sus conocimientos al país, como Marcelo Jorge Pérez y Arístides Rodríguez Derrién, desde el balbuciente INDRHI.
Conocí y empecé a tratar a Leandro en enero 1962 en el local del 1J4 en la calle Hostos con El Conde, cuando uncido a Manolo Tavárez Justo, lideraba la lucha en el ideal de conformar una sociedad justa y libre, apenas seca la sangre ajusticiada del dictador Rafael Leónidas Trujillo, que ambos enfrentaron con legendario valor, soportando las torturas más inimaginables en La 40.
Reservado, sereno, con una inmensa capacidad de tolerancia, reflexión, y propenso a escuchar las concepciones políticas de quienes nos acercamos a su entorno, en un ambiente saturado de expectativas, tensiones y especulaciones, al socaire de un proceso político en pañales, brumoso, confuso e impredecible, que punteó al segundo Consejo de Estado.
Con el decurso del tiempo, y el acervo de un vademécum de experiencias, Leandro devino en un magnífico conversador, desgranando experiencias no solo alusivo al tétrico escenario del presidio, sino evolucionando en ambientes más laxos, con sus enllaves Andrés Manuel López Obrador, hoy presidente de México, y Cuauhtémoc Cárdenas.
Quizás la referencia más bruñida de Leandro es que nunca desertó de los principios éticos que enarbolaron los mártires del 1J4. Paz a sus restos.