Responso por Manuel Arsenio Ureña

Responso por Manuel Arsenio Ureña

No llores porque ya se terminó, sonríe porque sucedió” Gabriel García Márquez. El pensamiento del gran Gabo que incoa esta entrega, define en gran manera un accionar esplendente y un legado regio en Manuel Arsenio Ureña, modelo de superación personal y radiante luz solidaria, incansable lábaro para los humildes.

 Este ser humano fuera de serie por sus ejemplos iridiscentes, entregó su alma al Padre Alto el 18 del presente mes a los 83 años, y con su desmaterialización, se agiganta su figura campechana, sencilla y presta para socorrer a los irredentos, una prueba hermosa que lo retrata de cuerpo entero por no voltear las espaldas nunca a sus orígenes.

Manuel Arsenio Ureña es el único gran capitán de empresas de Santiago de los Caballeros de la vieja trova que nunca ni siquiera vi alguna vez, como de los de hogaño nunca he visto a Fernando Capellán y a Pablo Clase.

Aconteció que lo admiré siempre en silencio, por las referencias primeras que escuché de su persona de Luis Crouch Bogaert, otro Gulliver creativo, Juanito Portela Alonso, mi hijastra Magaly Bello y del superbo tenor Henry Ely, quien le presentó a su luego esposa Camelia, y se prendó de ella hasta su final, uno más  de sus grandes aciertos, con quien procreó cinco retoños.

 Nació en un hogar paupérrimo en el paraje La Guama, próximo a Las Placetas, provincia Santiago, y caminaba un largo trayecto descalzo, ni siquiera en burro, hacia la escuelita de primaria, y así empezó a valorar el saber, que en su etapa de magnate propulsó y diseminó como pocos, en función plausible de genuina reciprocidad, que lo enalteció a dimensiones colosales. El Plan Sierra fue su sexto hijo.

Los retoños más bruñidos de Manuel Arsenio Ureña no fueron únicamente sus cinco hijos, sino el racimo pletórico de ejemplos hermosos en el accionar de su vida, que debiera ser sendero y pebetero del alba, que oriente y guíe un modelo de conducta, expediente idóneo para honrar la memoria de un ser humano excepcional. Paz a sus restos mortales.

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