Francisco Dorta Duque, ex sacerdote jesuita, economista, articulista, productor de espacio de tv, falleció el día 14 de este mes, 83 años, de varias complicaciones de salud muy propias de su edad y los que nos sentimos sus amigos perdimos a uno muy valioso, talentoso y espontáneo.
Su progenitor, Francisco Manuel Dorta, fue un abogado notable de La Habana pre-castrista, poseedor de una notoria fama de jurista en derecho civil, y acumuló algunos bienes que la revolución le incautó, y Pancho, condiscípulo del comandante Fidel Castro en el exclusivo habanero Colegio de Belén de los padres Jesuitas, hubo de marchar al exilio por su doble condición de sacerdote y heredero de una fortuna en bienes raíces, que los regímenes marxistas niegan.
Conocí a Pancho Dorta cuando el súper-ministro de Agricultura, Fernando Álvarez Bogaert (l966-70), lo designó director de Política Sectorial de esa cartera, y Pancho realizó un trabajo eficaz al ministro que con apenas 24 años, el presidente Joaquín Balaguer designó en su primer gobierno post Trujillo.
Trabamos una luenga amistad que intercambiamos en mi casa y en su dacha en medio de cuatro tareas de tierra en Alma Rosa, que hubo de vender porque lo asaltaron dos veces, y se mudó en un apartamento de la misma zona, más seguro.
Fue un anfitrión singular, que aderezaba, delantal terciado, sus suculencias culinarias, que disfrutaba más que sus invitados, asperjadas, claro, con escoceses l8 años o buenas crianzas de Rioja y Duero.
Poseía una gran educación y apreciable cultura, de la que, como todos los espíritus nobles, no hacía alardes, sino que precisaba cuando se suscitaba un tema, para esclarecerlo con holgura y propiedad, y asesoró a políticos y empresarios de forma espontánea.
La nota de El Nacional del domingo 15, donde colaboraba como articulista, sacudió mis cimientos emotivos, y surcaron varios goterones rápidos y calientes por mi rostro, un eco de mi sentir por el amigo inolvidable.