El 14 del presente mes, emigró a una dimensión ignota Rafael Flores Estrella, ausentándose su físico enhiesto, apuesto y fornido, y quedando grabada su impronta de manera indeleble entre quienes le admiramos por su gran valor personal y el universo de niño que flanqueó su carácter siempre.

Apenas un mes antes de su deceso que acongoja a quienes le quisimos de verdad por su gran entereza moral y sus firmezas en los valores en los cuales creyó y que catapultaron su accionar público, nos encontramos en una farmacia, y aprecié el Rafael Flores Estrella fornido, con su sonrisa a flor de labios, aunque le noté un dejo apagado.

Es una semana antes de su retorno de Cedimat cuando me apersoné a su casa ver al amigo querido, porque los amigos de verdad nos vemos o en los trances de salud o en la cárcel, y ahí  lo visitaba a diario en el demolido penal de La Fe, cuando por retaliación política perversa, el etnarca de entonces lo redujo a pronsión por 19 meses por una acusación que no fue posible probar en los tribunales.

Al salir apresurado de su casa lloraba como un niño al verlo postrado. El tiempo en prisión marcó a Rafael Flores Estrella al percatarse de la inmundicia y el cieno concomitante al quehacer político sucio, y radicalizó su temperamento y sus concepciones y cosmos del entorno, y catapultó entonces a uno de los expositores más luminosos de los medios electrónicos, radio y tv, con argumentos demoledores para sustanciar sus acertos.  Durante su ejercicio como ministro de la Presidencia en el Gobierno del presidente Salvador Jorge Blanco, ordenó a su hermano Leo microfilmar todos los documentos del Palacio Nacional desde el nacimiento de la República, de los cuales hizo cinco copias y una la guardó en un banco de Nueva York.

Su jocosidad, sentido pertinaz del humor, reflejaron el niño grande que fue Rafael Flores Estrella. Paz a sus restos. Siempreviva a su memoria imposible de olvidar.