Responso por Silvio Herasme

Responso por Silvio Herasme

Con el deceso repentino por fulminante infarto mientras dormía el día 22 de este mes de Silvio Herasme Peña, 76 años, el periodismo dominicano pierde a un roble referencial de honestidad, valor y talento, virtudes excelsas, que junto a la gratitud reputan por todo lo alto al genoma humano.
Conocí a Silvito, como le llamaba, y él a mí Ubito, cuando el Listín Diario reinició su tirada en 1963 y lo asignó a cubrir la fuente del ministerio de Agricultura del que yo era director de Información, introduciendo a Silvito al despacho de los varios ministros que se sucedieron en ese y el siguiente inestable período, e hicimos migas porque hubo empatía, desde un principio, hasta este triste final de su invaluable vida como periodista de gran talento, probidad y valor admirable, encomiable e incorruptible.
Su trayecto por los inciertos pasillos minados de peligros de un comunicador cuando su norte es tremolar el pendón de la verdad y asumir la profesión a título de riesgo personal sin cálculos, lo condujo a aceptar retos no pequeños, que nunca evadió, durante el gobierno espurio, corrupto y represivo del Triunvirato que presidió Donald Reid Cabral, y los 22 años del despotismo ilustrado del presidente Joaquín Balaguer de graves ofensas a las libertades públicas y desmedro al respeto a la Carta Magna.
Durante el escenario cruento de la guerra de abril 1965, Silvito no vaciló en terciarse un fusil para honrar la Constitución irrespetada por el golpe de Estado que derrocó al presidente Juan Bosch, y rescatar de la soberanía chamuscada por la segunda afrentosa intervención militar del imperio.
Los pocos que quedamos de esa generación, jamás defraudaremos el legado de Silvito, como testimonio de honrar su memoria y su ejemplar valor.

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