Responso por un jefe policial referencial

Responso por un  jefe policial referencial

Ubi Rivas.

Los jefes policiales son vinculados siempre a excesos cargados de procesos expeditivos a delincuentes, los famosos “intercambios de disparos”, alternativa de Trucutú para eliminar antisociales con el reiterativo 3×6, tres tiros, seis pies de tierra, donde pocos jefes policiales salen pobres cuando culminan sus jefaturas.
En 60 años de ejercer la comunicación, 80 de edad, he tratado a jefes policiales disidentes de esos pódromos abyectos, que honraron el uniforme y al “cuerpo del orden”, que se marcharon a sus pensiones con la tez en alto, el primero de ellos, al mayor general (r) José Carmelo Fernández Veras, afecto entrañable, que empecé a cultivar en 1956, cuando era primer teniente jefe de Tránsito en mi natal Santiago de los Caballeros. 40 años de servicio, sin una falta.
Mayor general Salvador Lluberes Montás, afecto de excepción, que ejerciendo la jefatura policial, viniendo de la FARD, dispuso que los policías portaran tirapiedras para enfrentar las reyertas de la UASD, no con balas, en los tétricos 12 años del despotismo ilustrados del presidente Joaquín Balaguer.
Neit Rafael Nivar Seijas, afecto de excepción del suscrito, mayor general ERD, que prefirió optar por capturar, sin eliminar, liderando en el ERD al Grupo de San Cristóbal, opuesto a los trogloditas que eliminaban sin miramientos a los dirigentes del PCD.
Ramón Alcides Rodríguez Arias, mayor general policial, abogado, jefe de su cuerpo, director del DNI, afecto imperecedero de este servidor de todos, desmaterializado el 19 de este mes, que me distinguió con su amistad y colaboré con su jefatura, orientándolo a petición suya en infinidad de casos, que no consiguió vencer su quebranto mortal por carecer de RD$20 millones, que lo reputan como un policía, además de eficiente y mesurado, honesto. Integro.
¡Hay, si todos fueran así!

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