Respuestas a algunas inquietudes sobre la dolarización

Respuestas a algunas inquietudes sobre la dolarización

Hasta hace pocos años, a nivel mundial había contadas experiencias de países que abandonaron sus monedas para adoptar una fuerte. Entre los recientes casos encontramos 12 países de la zona del Euro, que próximamente serán 25 y en América Latina, los casos del Ecuador y de El Salvador y el de Panamá desde el principio del siglo pasado.

Por eso sería temerario señalar que la experiencia ha sido buena o ha sido mala pues no existen los suficientes casos, ni períodos largos de observaciones, el caso de Panamá es la excepción, para definir resultados de forma genérica.

Se ha argumentado que la dolarización de una economía requeriría de un ambiente de estabilidad y que no es recomendable cuando una economía esta en crisis, pero resulta que uno de los instrumentos utilizados en programas de choque para detener la hiperinflación y eliminar la inercia de la inflación es precisamente el de la eliminación de una moneda por otra como ha sucedido en Brasil, Argentina, Israel, y México entre otros. Esta sustitución es una forma de restituir la confianza de nuevo en la moneda cuando se ha perdido completamente en la anterior.

Naturalmente que la dolarización total de una economía requiere de algo más que una simple sustitución de una moneda nacional. Requiere tener suficientes reservas en las bóvedas del Banco Central. Y si estas hubiesen existido en esa economía no se hubiese producido la crisis. Al no existir reservas no se puede dolarizar pues de hacerlo la devaluación sería de enormes dimensiones a menos que esa economía tenga la posibilidad de conseguir financiamiento internacional a muy largo plazo y bajas tasas de interés.

El Salvador, un país con una economía parcialmente dolarizada y mayormente integrada al mercado norteamericano, dolarizó con estabilidad macroeconómica pero con un gran riesgo para las exportaciones pues su moneda en ese momento estaba sobrevaluada, después de ocho años de tener una tasa fija con el dólar y tasas de inflación superiores a las de su principal socio comercial. )Qué justificó entonces la dolarización? La justificó la eliminación del riesgo cambiario de forma de reducir su tasa de inflación y tasas de interés reales (costos financieros) que se habían ubicados por varios años en niveles que fluctuaban entre el 7% y el 11%, eliminar el costo de transacción cambiaria para las empresas, consolidar sus reformas y fortalecer la institucionalidad y el ambiente de estabilidad en el largo plazo para incentivar el flujo de inversiones hacia el país, ya que se encontraba inmerso en un proceso acelerado de integración de su economía a los mercados externos. Según datos del FMI y de CEPAL en el año 2003 sus tasas de interés real y nominal fueron 4% y 6.6% respectivamente, una inflación promedio del 2.5% y un crecimiento de la economía del 2% promedio anual entre el 2001 y 2003. En este último año el volumen y el valor de sus exportaciones eran 44% y 39% mayores respectivamente al de los del año 1997. Durante el año 2003 el flujo de la inversión extranjera directa por $566 millones de dólares fue cuatro veces superior al del año previo a la dolarización. La tasa de desempleo abierto se redujo del 7% al 6.3% y la formación bruta de capital ha venido aumentando progresivamente cada año del 17.1% en el 1999 al 17.9% en el 2003. De igual manera el déficit fiscal en relación al PIB se redujo del 4.0% en el año 2000 al 1.3% en el 2003.

El Ecuador con una economía con un elevado grado de dolarización parcial (en el año 1999 los depósitos bancarios en moneda extranjera representaban el 54% del total y la cartera el 67%) pero menos abierta y menos integrada al mercado norteamericano, lo que dificulta el flujo suficiente de dólares para mantener los requerimientos de liquidez que demanda el crecimiento de sus transacciones internas, dolarizó en medio de una crisis cambiaria y financiera con pocas reservas pero con una desconfianza completa de la población en su moneda (la tasa de cambio con el dólar de $3,998 en el 1997 se devaluó a $24,988 en el 2000), y lo hizo como lo señala la CEPAL, por miedo a que su economía entrara en un proceso de hiperinflación por la poca efectividad de las medidas de control de la liquidez. Ecuador dolarizó en el año 2000 cuando sus niveles de inflación se situaron en el 91% (45% promedio anual durante el período 1997 99) siendo esta inferior a dos dígitos desde el año 2002, 3.5% anual entre Abril 2003 y 2004, y con un crecimiento promedio de su economía del 3,8% durante el período 2001 03 frente a un 0.6% promedio en los tres años previos al año de la dolarización. Durante este mismo período la inversión extranjera directa neta promedio anual fue de $1,414 millones de dólares, 90% superior al promedio del período de los tres años precedentes al de la dolarización, y la tasa de interés nominal pasó del 46% en el 1998 al 13.8% en el 2003. La formación bruta de capital en relación al PIB de 13.3% en el 1999, promedió 17.5% durante los últimos dos años y la tasa de desempleo urbano se redujo de 14.4% en el 1999 al 9.8% en el 2003.

Los indicadores tanto de El Salvador como del Ecuador demuestran, que la dolarización ha sido efectiva en estos dos países, uno con una economía estable y el otro en medio de una crisis, en cuanto han producido una reducción significativa en las tasas de inflación, de interés real, y en la de desempleo, conjuntamente con crecimientos en la economía, en la formación bruta de capital y en la inversión extranjera.

Hay trabajos teóricos que se han realizado sobre el tema, siendo el del economista Sebastián Edwards, publicado en el Journal of Policy Modeling con el titulo Dollarization Myths and Realities en el año 2001, uno de los mas interesantes porque combina la teoría con regresiones realizadas sobre el caso de Panamá, que tiene suficientes informaciones estadísticas, y otros países con diferentes regímenes cambiarios.

Los resultados señalan que en el caso de Panamá su tasa de crecimiento fue inferior a las de los países tomados en la muestra, la volatilidad de su crecimiento fue mayor, el déficit fiscal fue de valores similares y el efecto de los choques externos fue mayor en términos de menores niveles de inversión y crecimiento, aunque su tasa de inflación fue la menor de todos los países muestreados. Sin embargo, al final de su estudio Edwards señala «Es importante clarificar lo que este estudio no dice. El no dice que la dolarización es una opción de política que todos los países emergentes deben de evitar. Lo que dice es que empíricamente lo que conocemos es muy poco acerca de los costos y beneficios de la dolarización. Y que adicionalmente cuando las limitadas informaciones son investigadas no parece que sea tan positivo como algunos analistas quieren que creamos. En ese respecto, las recientes experiencias de dolarización de Ecuador y El Salvador deberán de proveernos de informaciones importantes que nos ayuden a evaluar más completamente los méritos de la dolarización.

Hay buenas razones para pensar que países que están altamente integrados en términos de movilidad de factores y comercio se beneficiarían de tener una moneda común. Los beneficios de tal política podrían más que compensar los costos, incluyendo la perdida de señoreaje si el país dolariza unilateralmente. Países con un alto grado de dolarización parcial y de pasivos domésticos (depósitos bancarios) denominados en moneda extranjera son también probables de beneficiarse de la dolarización»

El caso de la República Dominicana se inserta entre aquellos países que Edwards señala como los que podrían beneficiarse de la dolarización, pues estamos completamente integrados a los mercados externos, ya que la suma de nuestras exportaciones e importaciones son iguales o superiores al PIB. Adicionalmente estamos integrados a la economía norteamericana, ya que el 80% de nuestro comercio y flujo de capitales se realiza con esa economía. El otro elemento es que somos una economía altamente dolarizada de forma parcial pues tanto los precios de los bienes y servicios como los costos se fijan en función al valor del dólar. De igual forma el 45% de la cartera bancaria y el 30% de los depósitos están en dólares.

La dolarización parcial complica enormemente el manejo de la Política Monetaria, por la facilidad en la modificación de la composición del portafolio de cartera de las empresas y personas entre las dos monedas, cuando la desconfianza hacia las expectativas devaluatorias hace emigrar los activos hacia la moneda más fuerte. La situación presente obliga a una mayor restricción monetaria de parte del Banco Central, y a que la tasa de interés pasiva de la banca denominada en pesos sea mucho mas alta que la denominada en dólares, ya que los ahorrantes demandarán tasas de interés mas altas en la moneda nacional para cubrir su pérdida potencial por futuras devaluaciones, más aun en una economía donde las personas han visto perder su poder adquisitivo en mas del 50% en tan corto período de tiempo, lo que constituye una retranca para promover la inversión privada en medio de un acelerado proceso de libre comercio. Construir la confianza se toma años, destruirla solo un día.

Si a esta compleja situación le agregamos la enorme deuda del Banco Central con el sector privado en pasivos monetarios, cuyo potencial monetizador constituye el elemento más importante que motoriza la desconfianza en el presente y futuro inmediato por su efecto desestabilizador, las tasas de interés reales tanto activa como pasiva denominadas en moneda nacional seguirán situándose a niveles muy elevados aún en el mediano plazo. Esta situación se complica si le agregamos los requerimientos de capitalización de la banca para cumplir con las normativas bancarias y prudenciales que está exigiendo el FMI, cuyos valores son realmente importantes y cuyas fuentes serían los rendimientos bancarios o el aporte directo de capital, que dada la magnitud exigida y el corto plazo sería prácticamente imposible de obtener en el mercado local.

La dolarización reduce la tasa de interés real a niveles muy similares a las de los mercados internacionales al eliminarse el riesgo de cambio viabilizando la competencia del productor nacional, aunque el diferencial con las de los mercados externos seguiría reflejando el riesgo país. Y adicionalmente facilitaría la urgente capitalización de la banca, con la colocación de valores de inversión en los mercados internacionales, al eliminarse el riesgo devaluatorio para esos capitales.

La eliminación del costo de transacción cambiaria que traería la dolarización representaría en el año a la economía unos 500 millones dólares, la reducción del costo financiero anual por lo menos unos 600 millones de dólares, mas la eliminación del 10% de la comisión cambiaria, del 5% a las exportaciones y del 2% a las importaciones, al eliminarse el pasivo monetario del Banco Central con un financiamiento concesional destinado a viabilizar la dolarización, le representaría a las empresas y personas una reducción de costos anuales equivalentes al 10% del PIB, destinados a dinamizar a la economía aumentando la inversión y el consumo.

La enorme devaluación constituye una ventaja de varios años al sector exportador otorgándole tiempo para aumentar sus niveles de eficiencia y productividad con la reducción de los costos que ya hemos señalados que produciría la dolarización, permitiéndole a los productores nacionales colocarse en una mejor posición en los mercados interno y externo para enfrentar la agresiva competencia de productos de mercados de mucho menores costos. Las exportaciones no pueden seguir sustentándose en la depresión de los salarios reales que genera la devaluación por las tensiones sociales y el aumento de la pobreza que esta genera. Las exportaciones tienen que comenzar a sustentarse en la calidad de bienes y de servicios que se ofertan en los mercados internacionales más aún, con la agresiva competencia que ya ejercen los países asiáticos, principalmente la China y últimamente la India.

Partiendo de que ya existirían cuatro economías dolarizadas en América Latina y el Caribe, el efecto negativo de los choques externos sobre el crecimiento económico y su volatilidad podría ser compensado mediante la creación de un fondo regional con el apoyo de los organismos internacionales de financiamiento y del Tesoro, cuyo uso sería destinado exclusivamente hacia estos fines, incluyendo parte del señoreaje de que se beneficiarían los Estados Unidos de América, propuesta que constituiría un elemento de negociación con las autoridades de ese país.

El déficit del Sector Público debería ser prohibido por una ley que incluiría un límite al flujo de los préstamos externos anuales que sea igual al monto del pago del capital.

La opción de eliminar los pasivos monetarios del Banco Central con la venta de activos no se adecua en el tiempo, ni en los valores a la magnitud del problema. Por ejemplo uno de los activos más atractivos que tiene el Banco Central, y que esta ofertándose en el mercado desde hace 8 años, es el Proyecto Turístico de Playa Grande, cuyo valor de venta de ser pagado en efectivo, solo representaría el valor de los intereses que por la colocación de sus certificados financieros paga el Banco Central en un mes, sin poder eliminar parte del balance de sus pasivos. Mucho de los activos traspasados de los bancos fallidos no son rentables, o sea que su cotización en los mercados es de bajo valor y además estos no se realizan de la noche a la mañana, mientras que el pasivo del Banco Central crece de manera exponencial cada día que pasa sin solucionar el problema.

La otra restricción es que al ser recursos colocados por el público de manera voluntaria a muy corto plazo y por la banca con parte de los depósitos de sus ahorrantes en certificados financieros del Banco Central, es muy difícil para no decir prácticamente imposible que la banca o el público opten por colocarlos en otros valores públicos menos líquidos y a mayores plazos a menos que no sea a una muy atractiva tasa de interés real que sea indexada con la variación de la cotización del peso con relación al dólar, lo que constituiría un costo de servicio de deuda demasiado elevado para el Gobierno, mermando de manera significativa su capacidad de gasto, y cuya viabilidad de éxito es muy restringida. Acción que puede constituirse también en un elemento perturbador de la confianza.

La eliminación del Pasivo Monetario del Banco Central si no es por una vía rápida como es la propuesta de dolarizar la economía mediante un préstamo concesional, es demasiado compleja y costosa en términos de crecimiento, inversión y devaluación, pues mientras mas tiempo permanezca este problema sin solucionar o con soluciones parciales, mayores presiones devaluatorias se adicionaran a su solución y las expectativas de las personas y empresas se mantendrán siendo negativas.

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