Respuestas a Guido Féliz

Respuestas a Guido Féliz

PABLO VICIOSO
Fe cristiana y participación política», un artículo de mi autoría publicado en este diario, sirvió de base para que Guido Féliz, destacado periodista de la diáspora, publicara en su columna «Compás del tiempo» en el vespertino El Nacional «El cristiano y la política», artículo en el cual hace algunas observaciones al primero que bien valen la pena comentar.

Primeramente, en cuanto a su afirmación «que ni Cristo primero, ni los apóstoles escritores después, dijeran una sola palabra al respecto» sobre la participación política del cristiano activa o partidarista, me parece apurada. En razón que la enseñanza principal de Cristo fue acerca del Reino de Dios, esto se puede ver claramente en sus parábolas, amén que el tema central del evangelio de Mateo es el Reino de Dios, pero dicho tema también se menciona reiteradamente en los demás evangelios sinópticos (Mr. 1:14 15; Lc. 4:14 21). Reino es un concepto fundamentalmente político que engloba una amplia gama de relaciones sociales. «Reino de Dios» se refiere a un orden social, el nuevo orden de Dios. Cuando Jesús proclama el reino de Dios percibimos la actividad salvífica de Dios presente en la persona, palabra y hechos del Mesías (Lc. 11:20; cf. Mt. 12:28)

Hablar del Reino de Dios es proclamar su proyecto redentor para toda la creación, las relaciones del hombre con Dios, la relación del hombre consigo mismo y las relaciones sociales de la humanidad y la relación del ser humano con el resto de la creación, lo cual obviamente abarca lo político.

No hay ámbito de la vida, la existencia humana y del cosmos que se escape del interés redentor de Dios. Por consiguiente, los cristianos estamos llamados como instrumentos por el cual Dios quiere bendecir a todo el mundo a cumplir con el rol de trabajar en la redención de todas las cosas conforme al propósito de Dios, ese es el rol, la tarea o la misión de la iglesia.

Por otra parte, usted señala que los que hoy urgen al cristiano al participar en política, como es mi caso, recurren a los ejemplos de los profetas del A.T. En esto percibo que usted ve una dicotomía entre Nuevo Testamento y Antiguo Testamento, Israel e Iglesia. En este punto, debo decir que tal dicotomía no la encuentro. La Biblia es una sola, hay una unidad de pensamiento en toda ella, no se contradice, el Nuevo Testamento no dice una cosa y el Antiguo Testamento, otra.

La Iglesia está fundada, edificada sobre los apóstoles (N.T) y profetas (A.T), siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo (Efesios 2:20). El ejemplo de los profetas que encontramos en todo el A.T. por medio de los cuales Dios hablaba al pueblo nos sirve de base para articular nuestra fe, porque es palabra de Dios. Si bien es cierto que la Biblia, no es un manual sobre política, como tampoco lo es de otras ciencias. La palabra de Dios, es sobre todo un libro de salvación con el propósito de prepararnos para toda buena obra. (2 Tim. 3:15 17)

La importancia de la participación cristiana en política va acorde con el mandato del Señor de ser sal y luz del mundo. Es muy fácil ser sal en el salero y luz en medio de luminarias; pero ser sal y luz en el medio político, no es cosa sencilla. Para nadie es un secreto que la praxis política es cada vez más oscura, tenebrosa. Por tanto, como hijos de Dios debemos evangelizar, sazonar, ese accionar político con su palabra y presentarnos como lumbreras en ese plano.

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