Restauremos nuestra patria

Restauremos nuestra patria

Recién celebramos la fiesta nacional en que conmemoramos la Restauración de la República Dominicana, nuestra Patria. Antes de seguir la reflexión de tan importante acontecimiento nacional detengámonos a meditar sobre el significado de la palabra restauración.
Para esto me auxilio de un fragmento de las palabras en que Monseñor Francisco Arnaiz dijese en el Te Deum en nuestra Catedral un 16 de agosto del 2011 y le cito:

«Restaurar es hacer esplendoroso algo deteriorado o perdido. Lo perdido en nuestro caso fue algo tan sagrado como la Soberanía nacional y la Dominicanidad como realidad palpitante, fuente fecunda del quehacer político y social propio. Algo tan sagrado como arriar la enseña nacional y en su lugar izar un emblema extraño. Algo tan sagrado como renunciar a dirigir los destinos propios y confiarlos a Poderes ajenos, más interesados, como apareció claramente en la Anexión, en subordinarnos a sus intereses que a mirar generosamente por nuestros destinos futuros».

Más adelante, este inolvidable e ilustre obispo continuo diciendo:

«En el corazón y mente de los mejores de la patria, en modo alguno la Restauración era meramente la recuperación de la soberanía. Era, sobre todo, – y por eso no se escatimaron sacrificios- resucitar el sueño interrumpido de los Padres de la Patria, el ideal truncado de la Dominicanidad y el anhelo guillotinado de Duarte de que el nombre de la República Dominicana se pronunciase en el mundo entero con admiración y con respeto. Y todo al grito y lema de “Dios, patria y libertad”, herencia sacrosanta que a nosotros nos toca hoy perpetuar, defender y acrisolar. “Dios ante todo”. En el arranque de Israel como pueblo Moisés les dijo “Ay de Ustedes si se olvidaren de Dios. Dios será su escudo y será su espada”. Lo diría también expresivamente el Salmista:

”Si el Señor no construye el edificio, trabajarán en vano los albañiles. Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilarán los centinelas. Es inútil que madruguen, que retrasen el descanso y que coman el pan de la fatiga. A sus amigos Dios les dará lo que buscan, mientras duermen». Salmo 127, 1-2

El olvido del verdadero valor Absoluto que es Dios hace que se absoluticen valores tan relativos como es el poder, la riqueza y el placer, efímeros y banales. Patria. La patria la conforma un común origen e historia y un común destino, labrado entre todos con el esfuerzo aunado de todos.»

También en nuestros días esta gloriosa fecha representa un llamado a concientizarnos de nuestro rol activo y participativo en la búsqueda del bien de la comunidad dominicana cuyas raíces cristianas se confirman de forma evidente en nuestra bandera nacional.

Hace falta que nos involucremos de forma mancomunada en la persecución de lograr lo mejor para el país en todas sus vertientes.

Amar no es solo una palabra bonita. Amar es comprometerse, es accionar.

Y esto no solamente es bueno y válido para nosotros como ciudadanos, sino que es necesario y tal vez urgente. Ataques de fuera, y tristemente de dentro a nuestros valores sobretodo la vida, y a nuestros morales que son esenciales para la vida misma que se anidan en un código salvaguardado y más que debatido y reflexionado no acaba de ser promulgado. Es tiempo.

Decidámonos de una vez por todas a dar un paso al frente, proclamando no solo nuestra soberanía territorial, sino moral. No estamos solos. Tal como está estampado y sellado en nuestro Escudo, proclamemos no solo de palabra sino de acción.

¡DIOS, PATRIA Y LIBERTAD!