La República Dominicana avanza hacia el desarrollo, y este progreso no sólo se mide en términos económicos, sino también en la capacidad de establecer normas que fomenten la organización y el bienestar colectivo.
En este contexto, restringir el consumo de alcohol durante ciertos horarios es una iniciativa que debe venir de la ministra de Interior, Faride Raful, y representa un paso crucial para lograr un futuro más ordenado y seguro.
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Es natural que una medida de esta índole genere opiniones encontradas, pero debemos reconocer que la iniciativa busca combatir un problema evidente: el descontrol en el consumo de bebidas alcohólicas, especialmente en sectores populares, ha traído consigo consecuencias lamentables.
No se trata únicamente del alcohol, sino de los múltiples problemas asociados como accidentes de tránsito, violencia y pérdida de vidas humanas que han dejado cicatrices profundas en nuestras comunidades.
Respaldo institucional y ejemplos internacionales
El respaldo que asociaciones clave como Asonahores y Adopron han brindado a esta medida es una señal alentadora. Estas entidades comprenden que la regulación no sólo beneficia a la sociedad en general, sino también a las industrias relacionadas con el turismo y la producción de bebidas, al promover un consumo responsable.
Países como Colombia, España y Argentina han demostrado que la implementación de controles en la venta de alcohol, acompañada de educación ciudadana y estrictas sanciones para quienes infringen la ley, puede tener un impacto positivo en la reducción de accidentes y violencia relacionados con el consumo excesivo. Estos ejemplos deben inspirarnos a adoptar políticas similares, adaptándolas a nuestra realidad nacional.
El consumo desmedido de alcohol durante la noche y la madrugada no solo pone en riesgo a quienes participan en estas actividades, sino también a sus familias y a la sociedad en general. Bajo los efectos del alcohol, el sentido de prudencia desaparece, y el resultado son tragedias evitables que ensombrecen nuestro futuro como nación.
Restringir los horarios de venta de alcohol no significa limitar libertades individuales, sino proteger a la comunidad en su conjunto. Es una invitación a reflexionar sobre cómo queremos vivir como sociedad y qué tipo de legado queremos dejar a las generaciones futuras.
La medida anunciada por el gobierno es más que una restricción; es una oportunidad para fortalecer nuestra cultura de respeto, responsabilidad y autocontrol. Aplaudimos la valentía de tomar decisiones que, aunque impopulares para algunos, tienen el potencial de salvar vidas y promover un entorno más organizado y seguro para todos.
Es hora de que, como sociedad, apoyemos este tipo de iniciativas y asumamos nuestra parte en la construcción de un país que valore la vida y el bienestar de sus ciudadanos. La organización y el desarrollo no son tareas fáciles, pero con medidas firmes y el compromiso de todos, podemos avanzar hacia un futuro mejor.