Después de presenciar en la Zona Colonial una multitudinaria caminata por la fe, compuesta por miles de fieles católicos que partieron de la Iglesia Las Mercedes, encabezados por el Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez el pasado viernes, hemos llegado a la conclusión de que muchos dominicanos se están refugiando en las religiones para enfrentar el deterioro moral de nuestra sociedad.

Gratamente sorprendido, y por ese natural instinto de curiosear, me levanté de un banco de la calle El Conde Peatonal con Sánchez, en las inmediaciones del histórico edificio Copello, y pude observar una masa fervorosa y compacta, integrada por personas de todas las edades, incluyendo centenares de jóvenes.

Esa impresionante manifestación finalizó con una misa concelebrada en el Parque Colón frente a la Catedral, caracterizada por los cantos y alabanzas al ¡Señor! Que conste que quien escribe no es militante católico activo, sino un hombre en cierta medida escéptico por su propia formación cultural y política.

Incrédulo, un colega periodista que me acompañaba expresó, antes de percatarse de la tremenda caminata: “eso no tiene gente”, pero al igual que yo reaccionó sorprendido por la gigantesca movilización.

En los últimos días la jerarquía eclesiástica dominicana ha levantado su firme voz para denunciar la violencia, el narcotráfico, la complicidad de algunas autoridades civiles y militares, la impunidad y la crisis de valores que ha llegado a niveles sin precedentes en la historia.

El resurgimiento de la fe cristiana, y la católica en particular, es quizás la respuesta a ese deterioro moral, a fin de no caer en las tentaciones, los vicios y las aberraciones.