SAMUEL SANTANA
Dado el estado actual de las cosas, solamente un fenómeno muy fuera de lo común podría impedir que el doctor Leonel Fernández Reyna retenga el poder en las elecciones presidenciales del 2008.

Ciertamente tiene elementos en contra, empero son contundentes los que suman a su favor.

1. La primera ventaja lograda por el Presidente ha sido armonizar con un buen número de partidos para ser la figura principal en sus boletas.

Fue muy estratégico y acertado que Fernández tomara delantera en un acuerdo con organizaciones como el Partido Quisqueyano Demócrata (PQD), el Partido Nacional de Veteranos y Civiles (PNVC), Renacentista Nacional (PRN), Solidaridad y el Nacionalista, cuya conformación lleva el nombre de Coalición Nacional.

En la época del doctor Joaquín Balaguer, el conteo de los votos de estos partidos eran los granos que llenaban el buche al gallo. Fue precisamente el histórico PQD, hoy liderado por el licenciado Elías Wessin Chávez, la organización política que dio el triunfo a Balaguer en 1990.

En eso se durmió la dirigencia del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

2. Es difícil encontrar argumentos para arremeter contra el crecimiento y estabilidad económica que vive el país. Es un logro que, por segunda vez, se atribuye a Fernández y que cobra relevancia al contraponerse al traumático descalabro de la gestión de Hipólito Mejía.

En lo que sí podría atacar la oposición es señalando la falta de una inversión social adecuada y la todavía deficiencia en los servicios públicos.

Pero son puntos que pueden ser superados aún por el Gobierno morado con la distribución de alimentos baratos, ampliación de las ayudas, conclusión y demostración de eficiencia y modernidad del Metro y mejoramiento de los hospitales, del sistema energético y del agua potable, entre otros.

3. El Partido de la Liberación Dominicana capitaliza como gran ventaja, además, la falta de unificación dentro del PRD.

Se da la impresión de que líderes de vital importancia en el partido han dejado solo al candidato Miguel Vargas Maldonado.

El único que sale al ruedo público de vez en cuando es Hipólito Mejía, pero produce pánico a lo interno del partido cada vez que lo hace, puesto que la estrategia aconseja que se mantenga en perfil bajo, para que no traiga a la memoria el fantasma de su devastadora gestión.

En principio Maldonado picó como buen candidato, pero estos factores, más la escasez de un discurso delineador y pertinente frente a los finos argumentos de un Presidente Fernández lo coloca en condiciones que hay que superar.

4. Finalmente, es difícil poder imponerse a la magnitud de una estrategia y campaña desplegada por un partido en el poder.

Hablamos de estrategia y magnitud porque no sólo está fundamentada en discurso y en la proyección de la imagen del candidato a lo largo y ancho del país, sino porque la misma está íntimamente entrelazada a acciones concretas que favorecen a la gente con el reparto de cosas, la inauguración de obras y la solución de problemas y necesidades entre los moradores de las comunidades. Esto solamente lo logra un partido en el Gobierno.

Aunque criticado por sus opositores, ésta era una de las armas predilectas del doctor Balaguer, quien se defendía diciendo que era imposible desligar al Presidente del candidato cuando inauguraba cientos de obras en todo el territorio nacional.

Definitivamente, Leonel Fernández está sobre una plataforma cómoda en esta nueva contienda.