Retenes militares inoperantes

Retenes militares inoperantes

JOSé ANTONIO MARTINEZ ROJAS
Bi2jh2o@tricom.net
En varias localidades del país cercanas a la frontera con la República de Haití se han establecido, al menos, un retén militar cuya finalidad primordial ha sido impedir la entrada ilegal de los habitantes de esa vecina nación. 

La segunda intención es también para contener el contrabando que en los últimos tiempos se ha incrementado y que ahora abarca la modalidad de sustancias prohibidas.  Es un secreto a voces que gran cantidad del arroz que se expende en el territorio nacional proviene de Haití, así como ajo, vehículos y accesorios, al igual que bebidas alcohólicas.

Las previsiones que se toman en estos retenes son sumamente primitivas.  Por el lado más cercano a la frontera, los militares utilizan unos peñones en la carretera que obligan a los conductores a detenerse y al parecer con una mirada biónica de soslayo, el soldado deduce si es sospechoso o no, lo que implica una revisión más acuciosa.  Ahora bien, si el vehículo tiene placa oficial o es conducido por un prominente político de la zona o por un militar, entonces se le otorga “luz verde” para que pueda seguir sin ser molestado.  Esto lo observamos en un viaje que hicimos al Sur profundo, que incluyó recorrer el circuito del Lago Enriquillo.

Para el Norte las medidas son diferentes.  En el lugar denominado Cruce de Jicomé, existe un “chequeo militar” consistente en una pequeña barrera con la inscripción que acabamos de escribir entre comillas.  Se supone que ahí se debe detener y apresar a todos los haitianos que ilegalmente cruzaron la frontera, pero resulta que esto no sucede así.  Si alguna vez detienen es a los que viajan en vehículos.  Sin embargo, a pie pasan todos los que les da la gana, pero como no hay un responsable, llámese conductor de autobús o de camión para pagar “el peaje”, éstos no son molestados, con lo cual este retén lo que mueve es a risa.  Además, de noche el aviso es un pequeño foco imperceptible cuando del otro lado de la carretera viene otro vehículo con la luz alta.  Lo peor del caso es que antes de llegar a Navarrete hay un militar con un civil también dando un alto a su antojo y a los que no se detienen, le lanzan un madero lleno de clavos.

La cuestión migratoria es tan preocupante, que se ha programado un seminario de expertos para analizar la migración haitiana y la dominicana a Puerto Rico los días 23 y 24 del corriente mes en Dajabón.  Bajo el rimbombante título de “Primer Encuentro Cívico Académico y de Comunicación sobre la Migración Caribeña”, se discutirán posibles soluciones a esta problemática.  De seguro las conclusiones serán  teóricas, en otras palabras, papeleo y pérdida de tiempo. Somos de opinión que mientras a la República de Haití, los países  que se comprometieron a su desarrollo (Estados Unidos de América, Francia, Canadá, Brasil y Venezuela) no le presten una ayuda que le permita a esa paupérrima nación alcanzar el nivel de vida de Dominicana, la invasión pacífica de nuestro suelo se acelerará y nuestros historiadores deberán ir pensando en el nombre indígena que le darán a la unión de las dos Repúblicas.

 En la actualidad, nuestro país acoge mal contada el 20% de la población haitiana, lo cual significa el 17% de nuestros habitantes. Con las tímidas medidas que nuestro gobierno está tomando, debido al pavor que les tiene  a los organismos internacionales que nos tildan de racistas, para el año 2030, o cuidado si antes, la integración total estará consumada y se revolverán en sus tumbas Duarte, Sánchez, Mella y Luperón. Ojalá este escrito premonitorio reviva nuestro patriotismo para evitar otra gesta restauradora contra el país que inicialmente cercenó nuestra independencia y del cual nos liberamos en el 1844.

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