Reto agropecuario

Reto agropecuario

UBI RIVAS
En el transcurso de sus comparecencias en el Grupo de Comunicación Corripio el ocho del presente mes de diciembre, el titular de Agricultura, ingeniero agrónomo Amílcar Romero y el del Banco Agrícola, Carlos Segura Foster, estimaron, el primero, la aplicación de RD$30 mil millones para el sector, mientras que el segundo en RD$40 mil millones. El titular de la SEA, un veterano en las lides de su profesión tanto en el sector público como en el privado, acotó que nuestra agropecuaria amerita tecnología para superar sus flaquezas y  poder insertarse en los broncos mercados de la competitividad, asaz exigentísimos en presentación lozana de productos, y precios.

Esos son, en realidad, los retos, los planteamientos profundos, que enmarcan el sector agropecuario, y propiciar de esa manera la rezagada microeconomía identificada en el turismo y zonas francas industriales, dos sesgos de economías golondrinas.

La microeconomía es autóctona, como las yaguazas giras que encontraron los españoles cuando avistaron estas tierras inauditas para ellos en el crucial año de 1492, es decir, que no emigran, que están siempre aquí.

Representa la microeconomía, sin el desdeño necesario a la macroeconomía, que es menester calorizar hasta que levante el vuelo, como acontecerá algún no remoto día, por presiones avasallantes de China, sobre todo textiles y calzados, y los acotejos del turismo cuando Cuba retorne al viejo orden perdido en enero primero de 1959. El de las siete millones de toneladas de azúcar que no se han podido igualar nunca, con toda la mácula encima de los Santo Traficante, Lucky Luciano, George Raft y toda la calaña mafiosa que signó La Habana batistiana.

Es el sector privado a quien se le ofrece la oportunidad de edificar un sillar resistente de nuestra economía, específicamente la banca, avalada por el indispensable horcón del seguro, y manejar una cartera de préstamos cada vez más expansiva, segura, atractiva.

Son varios los rubros a incorporar en esta odisea bancaria, cítricos, flores, mangos, aguacates, toda una gama frutícola, para lo cual el Bagrícola tiene especializado a FRUDOCA, que tantas experiencias fructíferas ha aportado en su breve gestión.

Hasta especias y hortalizas, en las cuales tanto chinos como japoneses son portentos, son rubros nuevos a expandirse en el área crediticia privada y en la vigorización de la microeconomía, pero como apuntó Amílcar, con la magia de la palabra tecnificación.

Es claro que me refiero a un proceso agroindustrial poderoso, que podría a corto tiempo ofrecernos ingresos novedosos de divisas siempre requeridas por nuestro Banco Central, absorber mano de obra ociosa estimada en 1.7 millones, retornar la población campesina y desahogar las ciudades polucionadas de campesinos marginados en barriadas que son cultivos delincuenciales de toda laya.

También, deshatianizar al país porque sería posible ¡por fin! pagar salarios decentes a dominicanos que hoy lo rechazan porque no van acorde a sus mínimas necesidades de sobrevivir, porque tienen que pagar una factura eléctrica cara, renta, glp, transporte, nada de lo cual incurren los haitianos que viven donde trabajan, sea construcciones o fincas. ¿O no es así?

Amílcar como Segura Foster han trazado la pauta y la línea divisoria y aguardemos cuantos se queden o se arriesguen a conquistar otro El Dorado, como los 13 de Francisco Pizarro en la isla del Gallo.

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