Reto de Rousseff: liberar a empresas para país crezca

Reto de Rousseff: liberar a empresas para país crezca

La presidenta de Brasil Dilma Rousseff. Archivo.

A los productores rurales brasileños les gusta decir que son los más productivos del mundo del lado de adentro de sus alambradas y los menos competitivos fuera de ellas. Las ventajas de tener capacidad técnica, grandes extensiones de tierra, sol y lluvia se ven contrarrestadas por la burocracia, los impuestos y la mala infraestructura.

“El problema de la productividad en Brasil no pasa por la gente; los brasileños son buenos”, dijo Joesley Batista, presidente de JBS SA, el mayor productor de carne vacuna del mundo. “La cosa es cuando uno suma todas las ineficiencias: construir un edificio, abrir una compañía, los impuestos, las leyes, la burocracia, la corrupción”, expresó.

Su mensaje vale no sólo para la actividad agropecuaria. Para atraer capitales y contribuir a sacar la economía de la recesión, la reelecta presidenta Dilma Rousseff y el ministro de Hacienda cuyo nombre se espera que pronto anuncie la mandataria, deben mejorar el clima de negocios de Brasil, incluidas sus rígidas leyes laborales e impositivas, y reducir la intervención del Estado en la energía y otros sectores, dijo Welber Barral, secretario de Comercio del país entre 2007 y 2011.

“Hacer negocios en Brasil es engorroso y eso significa menos inversiones y menos crecimiento”, señaló Barral, que actualmente es asesor de empresas. “El capital fluye hacia donde encuentra buenos retornos”.

Desde que Rousseff asumió su cargo, la bolsa de valores Bovespa cayó 19 por ciento y el real perdió 34 por ciento. La inversión en Brasil fue del 18 por ciento del producto interno bruto el año pasado, menos que el 20 por ciento de 2010 y muy por debajo del 31 por ciento de India y el 48 por ciento de China, según el Fondo Monetario Internacional.

Caída de la confianza. La confianza de las empresas está en baja; en noviembre la confianza industrial alcanzó el nivel más bajo en registros que comenzaron a llevarse en abril de 1999. Brasil se ubica por arriba sólo de Venezuela y Argentina entre las economías latinoamericanas en un nuevo informe del Banco Mundial sobre la facilidad para hacer negocios.

La dificultad de la tarea de Rousseff se ve exacerbada por el hecho de tener que componer una economía que había sido una de las estrellas en ascenso del mundo cuando asumió la presidencia en enero de 2011. El crecimiento de 7,5 por ciento en 2010 fue el más veloz en más de dos décadas, la inflación del 5 por ciento estaba dentro de la meta y el déficit de presupuesto era la mitad del actual.

Ahora debe reactivar el crecimiento del 0,3% proyectado para este año y desacelerar una inflación que supera la meta y que se ubicó en 6,59% en octubre. Aumentar la productividad y atraer más inversiones son necesidades fundamentales para su esfuerzo, dijo Guilherme Valle, socio de PricewaterhouseCoopers LLP en Brasilia.

Rousseff, que obtuvo un segundo mandato el 26 de octubre con el margen más estrecho de cualquier presidente desde 1945, dijo que modificará sus políticas y su equipo económico, incluido el ministro de Hacienda Guido Mantega. Las empresas dicen que uno de sus mayores dolores de cabeza son leyes laborales que se remontan a la dictadura de los años 40 e incluyen disposiciones como una pausa de una hora como mínimo para almorzar y restricciones sobre la forma en que los empleados pueden dividir sus vacaciones.

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Normas

Defender normas laborales “respetables” debería ser un orgullo para Brasil, ya que muchos otros países las han limitado para atraer capitales, dijo Oton Pereira Neves, secretario general del sindicado de empleados públicos de Brasilia. “Ser competitivos no significa recortar normas aceptadas internacionalmente”, agregó

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