Un racimo de doce figuras que representan la oposición al Gobierno del presidente Danilo Medina y al sanedrín de otro racimo de 35 figuras del Comité Político PLD que controla todos los resortes del poder, compareció este 27 de octubre al almuerzo semanal de los medios de comunicación del Grupo Corripio para precisar su postura con miras a las elecciones generales del 2020.
En esa cita cívica, los doce, que no son los de la última cena aquella que acompañaron al Nazareno el día antes de ser conducido al patíbulo, categorizaron que las elecciones del 2020 con una JCE y TS estructurados como están, no representan garantía de transparencia y equidad, dominadas por el clientelismo oficial, porque eso no es democracia.
La democracia sin oposición es una ópera bufa protagonizada por los déspotas, y más lejos, unas elecciones sin oposición es una mascarada protagonizada por los oseznos de dictadores, conforme aconteció en aquellos traumáticos Doce años del ilustrado etnarca que no creyó nunca en la democracia porque su formación política fue signada por la arbitrariedad, y al ejercer el poder, lo adobó con el despotismo ilustrado de convencido providencial.
El presidente Danilo Medina, como el primero entre todos los dominicanos, que eso es lo que son los gobernantes, debe concientizarse de esas premisas y circunstancias que demarcan su entorno, como jefe de Estado, y reflexionar en relación al verdadero legado al país al culminar su ciclo de poder en el litoral institucional, además de sus ejecutorias materiales.
Los gobernantes que confrontan circunstancias cruciales, generalmente disponen de asesores a quienes consultan las decisiones mayúsculas, que les ayudan al vado de las corrientes procelosas que atraviesan, y salir indemnes.
Convidar en esta coyuntura a una reflexión al presidente Medina, no resulta ocioso.