Reto permanente

Reto permanente

Encontrar solución para el problema del sistema eléctrico de este país es un reto con carácter de permanencia.

No importa lo que digan el FMI, el Banco Mundial o el BID, siempre habrá voluntades obstaculizando las soluciones.

Uno de los más graves obstáculos para el avance de un negocio de venta de algún bien o servicio es la falta de vocación de pago por parte de una proporción muy alta del sector que demanda.

Si a esto se suma el fracaso de un modelo de capitalización de la empresa eléctrica estatal por no haber previsto medios para hacer que la gente pague la energía, veremos que habrá reto por mucho tiempo.

Nuestros problemas no son de capacidad de generación instalada. En términos nominales se sobrepasa con mucho la demanda, y en términos netos también.

Lo que ha sumido en un permanente déficit al sector eléctrico es la falta de pago para cubrir los costos de la capacidad instalada.

El precio del kilovatio hora en nuestro país es abusivo, porque, entre otras cosas, para poder cubrir parte de los costos del sector se recurre a la práctica cuasi delictiva de hacer que los clientes solventes paguen el consumo de los morosos y tramposos.

Es un «remedio» que ha hecho mutar de solvente a moroso a mucha gente que era puntual en sus pagos de la energía utilizada. Por eso el déficit del sector eléctrico está en constante crecimiento.

No se entiende cómo un servicio estratégico como el suministro de energía eléctrica, que mueve el motor de la economía en todos los sentidos, puede llegar a estos niveles de calamidad.

Hay fallas de origen en el modelo de capitalización y lograr resolverlas será siempre un reto permanente, a menos que el Estado cuelgue la túnica política con que se ha estado presentando ante el problema.

Elemental

En este país no hay que hacer grandes esfuerzos para contar el número de hornos de fundición existentes.

Lo mismo aplica para inventariar el número de centros de acopio de metales y cuántos de éstos se dedican a la exportación.

Seguirle la pista a los metales en este país parecería una «plana» para niños de «kindergarten».

Lo otro es que desmontar verjas metálicas requiere de personal y equipos que no pueden pasar desapercibidos.

Lo mismo aplica para la sustracción de otras piezas, como tarjas, tapas de alcantarillado, barandillas de puentes o elevados.

No se entiende, entonces, cómo en este país hay tanto movimiento impune de metales sustraídos de todas partes y a todas horas.

La gente parece convencida de que aquí se están produciendo demasiados robos de piezas de metal. Nosotros, en cambio, por lo limitado de este negocio, estamos convencidos de que aquí lo que estaría ocurriendo es que se toleran y encubren muchos robos de metales, que es muy distinto.

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