“Salvemos el Boschismo” pudo haber sido otro título para estas líneas, pero en términos reales el pensamiento político de Don Juan no está ni estará en peligro, pues como el mismo profesor dijera: “Dignidad nunca muere”, sino que en riesgo de extinción están las instituciones creadas con el fundamento en esa escuela política.
Afortunadamente el Boschismo trasciende las paredes del PLD, PRD y cualquier otra organización política que directa o indirectamente tenga su historia vinculada a esa, que a nuestra manera de analizar los procesos sociales del país, es la única corriente de pensamiento político que ha existido en República Dominicana.
Dicho esto, podemos afirmar que así como no dejamos de ser creyentes aunque seamos excomulgados, dominicanos aunque seamos exiliados, profesionales aunque estemos sin empleos, ya podemos hablar también de la existencia en la nación de una masa numerosa de convencidos boschistas que no militan ni confían en los partidos políticos que han usado a Bosch para ascender.
El Boschismo debe llenar de orgullo a los dominicanos, aunque nos avergüencen muchos de los políticos llamados a ser sus mejores exponentes, pues aunque guardando las inmensas diferencias, así como los discípulos traidores de Jesús, algunos desde encumbradas posiciones, no han logrado en dos milenios restarle un ápice de autoridad y poder al Evangelio que transforma vidas, tampoco los oportunistas, pusilánimes, fluctuantes ideológicos y lacayos de los poderes fácticos, lograrán desaparecer el pensamiento de Juan Bosch, pues antes de que esa llama se apague, una nueva generación entrará en escena para realizar el propósito central del Boschismo, esto es, completar la obra de Duarte, Luperón y los demás padres de la patria.
Volver al principio en momentos que la desviación institucional ha sido tan pronunciada en todas sus dimensiones, necesitará acciones dolorosas donde el trigo sea separado de la cizaña y zarandeado una y otra vez como forma de garantizar el apego estricto a los postulados boschistas que le originaron.