Retorno de Aquiles Azar Billini

Retorno de Aquiles Azar Billini

Cada vez que retorna a disfrutar las mágicas alucinaciones del mar de los Caribes, el reconocido artista italiano Antonio Zago visita el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo para contemplar la que, según sus muy particulares ideas, preferencias y puntos de vistas estéticos, constituye la obra “más importante” de la colección permanente de nuestra “primaria” institución cultural.

Esta obra es un extraordinario políptico de gran formato titulado “Como Jonás en el vientre del Gran Pez” y con el mismo el artista dominicano Aquiles Azar Billini (1965) obtuvo el Gran Premio de la XlX Bienal Nacional de Artes Visuales (1994), evento en el que también el Jurado de Premiacion le otorgó un Premio Especial en Dibujo.

Sería muy difícil establecer si mi amigo Zago tiene razón o si está totalmente equivocado en su inédita afirmación. Lo que sí se sabe es que él no es un artista de la turba. En muy raras ocasiones opina sobre la obra de sus colegas contemporáneos. De lo que me habla con deleite es de los primitivos y renacentistas italianos, de Kandinsky, de Pollock, de Aldous Huxley y los textos sapienciales reunidos en su “Filosofía Perenne”. Antonio Zago se ubica mejor dentro de la legión de los lúcidos o videntes, los que en el proceso de su Alquimia personal desconstruyen los iconos de la memoria; penetran los invisibles recintos de la mirada y asimilan los secretos de la materia espiritualizada.

Aparte de su conexión como “practicantes espirituales” de la imaginación, creo que es esa fulminante fuerza expresiva con que Zago materializa la poética de sus más íntimas devastaciones, la clave de su respeto y admiración por “Como Jonás en el vientre del Gran Pez”. Entiendo muy bien las razones que tiene Zago para volverse loco o lúcido y apostar desafiante por la obra de Azar Billini como ícono totalizante y ejemplar muestra de la producción pictórica dominicana contemporánea. Esa es su apuesta y es también la forma de apostar que asumo. Por eso estoy constantemente pendiente en pensar la vehemente potencialidad simbólica, la vigencia de los recursos formales, informales o artesanales y la inagotable carga significativa que Aquiles Azar Billini llegó a establecer resueltamente en su más ambiciosa y acabada propuesta pictórica.

Como se sabe, Aquiles Azar Billini realizó estudios de Arquitectura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) y en la Universidad Iberoamericana (UNIBE). En 1988 se gradúa Cum laude en Bellas Artes e Ilustraciones en la Escuela de Diseño de Altos de Chavón. En 1990 obtiene el Primer Premio de Dibujo del Xlll Concurso de Arte E. León Jimenes y al siguiente año realiza su primera exposición individual en la Casa de Francia. Inmediatamente después de obtener el Gran Premio de la XlX Bienal Nacional de Artes Visuales, Azar Billini participó en el XXVl Festival Internacional de la Pintura de Cagnes Sur-Mer (Francia), en la ll Bienal de Pintura del Caribe y Centroamérica (Santo Domingo) y realizó una exposición individual en la prestigiosa Virginia Miller Gallery de Coral Gables, Miami (1995). Sucede entonces que en estos primeros cinco años de intensa y fructífera actividad, el talentoso y laureado artista despunta, se consagra y se apaga como el relámpago.

En el momento mismo en que su obra lo situaba como uno de los máximos representantes del arte dominicano contemporáneo, Aquiles Azar Billini cambió radicalmente el arte por la religión y durante casi una década se ha dedicado a la práctica de su vocación religiosa y a la sanación espiritual a través de la predica de la palabra sagrada. Esa decisión fue una dura sorpresa para todos. A mí no me gustó. Lo confronté personalmente. Me bateó limpiamente y me dolió. En una ocasión hasta fui a verlo en su nueva investidura. Me convenció de sus dones naturales para su misión pastoral, pero jamás acepté tan terrible decisión.

Creo en lo que ha dicho Sábato: “la gran verdad solo proviene del arte”. El arte sería mi religión, en el caso de que tenga que elegir alguna “única” creencia, lo cual no me parece probable. Afirmado en tal creencia he permanecido a la expectativa ante el retorno de Aquiles Azar Billini al ejercicio inconcluso de la creación. Precisamente, en el marco de la XXll Bienal Nacional de Artes Visuales me impactaron sus nuevos trabajos en técnica mixta sobre papel. Y si no hubiera sido por la superficialidad de criterio con que procedió la mayoría de los miembros del Jurado de Premiación, nuevamente el destacado artista dominicano hubiera sido meritoriamente reconocido. “Profetik” es el título de uno de esos impresionantes collage y este mismo título el que Azar Billini ha elegido para la dramática y cuestionable exposición individual recientemente ha presentado en el Museo de Arte Moderno.

Más de treinta obras, entre pinturas sobre tela, collage, sobre papel y video, conforman el cuerpo de “Profetik”, exposición que contiene algunos trabajos de considerable importancia, teniendo en cuenta el talento y la trayectoria de su autor, pero que, desafortunadamente, pone también en evidencia los efectos de la prolongada pausa creativa del artista, así como la condescendencia curatorial y las desprevenidas alabanzas que prodiga al artista la amiga Sara Hermann, directora del MAM y presentadora de la exposición. Aparte de que el artista tiene que asumir que no todo lo que se propone debe salir del taller, la tarea del selector debe servir para orientar de manera coherente la contextualización de la propuesta expositiva.

Lo que digo es que, en sentido general, esta muestra que supone el retorno de Aquiles Azar a la práctica creativa no contiene elementos que me hagan ver una superación de su producción anterior. El artista ha querido ganar terreno con una propuesta ideológicamente panfletaria en la que predomina una serie de ejercicios de factura precipitada y carente de honestidad. Quizás hubiera obtenido mejores resultados mediante unos ejercicios más intensos y un proceso de depuración más meditado. De todas formas, me complace muchísimo el retorno de Aquiles Azar Billini a la realidad artística nacional y estoy seguro de que, si verdaderamente lograra reencontrar las raíces más profundas de su convicción estética, muy pronto su obra retomará su sitial y vitalidad.

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