Retornos y compras

Retornos y compras

Retornar al viejo hogar partidario siempre resulta agradable. Por eso, en el corazón de los que se fueron prevalece la idea del reencuentro, unificación y construir la fuerza electoral que llenó de orgullo a los militantes de una organización fundamental en la vida política de los dominicanos. Ahora bien, el regreso se torna creíble desde el instante en que los factores del distanciamiento se disuelven, dando paso, a una ruta institucional para que la democracia interna represente la regla por excelencia de la convivencia entre compañeros.
Distinguir entre la vuelta como resultado de la fuerza de un corazón que no se siente cómodo en el nuevo hogar partidario y la inmisericorde caza de urgencias económicas para la reversa constituye la clave de un deslinde de especial importancia y factor que desnuda las miserias de una forma de asumir la puja política donde los escrúpulos se lanzan al zafacón olímpicamente. Quiero ser insistente hasta la molestia: cuando las adquisiciones de dirigentes provenientes de partidos históricamente adversos y llegadas de viejos militantes ocurren en el marco de posicionamientos en la nómina pública, la operación retrata el grado de descomposición de la práctica política y fuente esencial de descrédito del sistema de partidos.
Subestimar la inteligencia de los ciudadanos resulta traumático para todo el que hace vida pública. Aquí, todos recuerdan las razones de la mayoría de perredeístas para distanciarse de su organización. De ahí la pregunta lógica, de qué si acaso la razón básica de construir el PRM cesó. Evidentemente, no. Los ayer perredeístas que edificaron lo que hoy representa la segunda fuerza electoral detestan a Miguel Vargas Maldonado y están completamente convencidos que es el único factor que obstaculiza la reunificación de la familia peñagomista. Y resulta entendible reflexionar sobre las razones de un “cambio repentino” respecto de las causas de una salida que mantiene al mismo exponente con la administración de las siglas del PRD. ¿Extraño, no?
Afortunadamente, muchos de los reingresados narran sus urgencias, se desnudan en el marco de una sinceridad frente al amigo y conocen perfectamente que el imán para devolverlos está asociado al poder de las nóminas de las instituciones públicas bajo el control del PRD. De inmediato, los mismos que aparecen en las fotos como trofeo de guerra se convierten en suplidores de la cancillería, sus hijos son designados en el servicio exterior, las fincas hipotecadas se saldan, los tratamientos médicos encuentran financiamiento y las promesas de un decreto los llenan de esperanzas. Así se construye todo un tinglado mediático que sirve de muro de contención a la cuenta regresiva de un proceso de convención que será postergado por todas las vías porque no existe manera de que el sector que administra de manera exquisita y con altísimos niveles de rentabilidad el partido blanco pueda retener por la fuerza de los votos la dirección institucional.
Miguel Vargas Maldonado cree que a fuerza de papeletas puede construir una legitimidad partidaria. De paso, el único escenario para “mostrar” los retornos expresa su incapacidad de provocar algún nivel de respetabilidad en franjas de la sociedad donde existen requerimientos indispensables para alcanzar porcentajes de respetabilidad electoral. Aunque “conquistar” gente del PRM es su meta, lo cierto es que nada retrata su operación económica que insistir con ese sector político.

Las masas tienden a comportarse con mayor inteligencia de los que pretenden cubicar su comportamiento. Y lo puedo advertir con conocimiento de causa: los regresos masivos terminarán en caldo de cultivo de la ira acumulada por los que saben al detalle el nombre del responsable del descarrilamiento del PRD.

Lo que le den no lo rechacen, y voten por los dictados de su conciencia.

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