Retos a vencer

Retos a vencer

En el camino que lleva a las elecciones de mayo y que los partidos políticos transitan a paso doble, hay una serie de concreciones que se levantan filosas, ríspidas, hasta hacerse casi insalvables. Algunas de ellas son comunes, no solo a los partidos beligerantes, sino que también a los emergentes y a la república misma.

El primero de ellos es el recelo que contra los políticos y funcionarios de toda laya, siente la población, no solo la clientela votante, sino que en sentido general. Esto se advierte, primero que todo, cuando las amas de casa, por lo regular madres de familia, emiten su opinión, pública, que son las menos o privadas, las más, que llevan ese veneno hasta lo más intimo del hogar. Es decir: los hijos. Esto es, el núcleo de las generaciones de relevo. Significa oscuridad en el futuro democrático. Fe corroída.

El segundo puesto lo ocupa sin dudas, la conducta de la Junta Central Electoral, organismo rector de las elecciones. Su comportamiento, a todas luces parciales con el PPH, ha seguido la costumbre de la baja de línea vertical en los regímenes totalitarios. «La orden emitida por el ápice, ha de ser cumplida dogmáticamente.» Es decir, sin discusión. Y evidentemente eso hizo la «junta» de la JCE. Ese es un escollo contra el que, para derribarlo, tenemos que arrimar el hombro todos los dominicanos, incluyendo perredeistas, porque de no, lloraremos lágrimas de dolor fratricida.

Otro terrón no menos duro es el religioso. Desde el atrio, católico o protestante, pero siempre a «nombre» del Cristo, campeón de los desvalidos, pero representante de todos, se advierte desatada una contienda impar, en procura de colectar voluntades a la causa y con ello a guisa de denuncia contra las desigualdades protuberantes, se empaquetan conductas grupales, mientras actitudes colectivas se pasan por alto deliberadamente.

Las elecciones deben tener de todo para todos. Sin borrones ni agradecimientos.

Otro asunto de carpa o cobija global, es la quiebra de los bancos Baninter y su imperio, Bancrédito y su emporio económico y Mercantil con su más modesta metedura de manos en lo ajeno. Concomitante a estas in conductas, tendremos que hacerle frente al proceder de las autoridades de turno del Banco Central y la Junta Monetaria, quienes con la anuencia del Poder Ejecutivo, dispusieron a su antojo del aval del Estado Dominicano, para pretender rellenar un hoyo económico y financiero, que hoy tiene a la República Dominicana, bamboleante, mal vestida y diciendo cosas que no son.

Eso no es cuestión de discusión en tribunales de justicia, dominados por la genuflexión. Es la conjunción de la limpieza moral colectiva, la que debe condenar estas indelicadezas. Son los dueños de medios de comunicación los que deben abolir la autocensura discreta y solapada. Los periodistas y hacedores de opinión, a quienes la verdad puede hacer libres. Es como dice Neruda en su Versainográma a Santo Domingo » Y es que si hasta nosotros los poetas nos callamos/ los otros no hablan porque tienen miedo.».

Los partidos políticos tienen que afrontar con la denuncia viril estos apotegmas del vivir cotidiano, para que la clientela electoral compre su mensaje populista de un programa de gobierno de posibilidades mínimas pero sembrador de esperanzas, porque de nada vale prometer villas y castillos, si en el fondo de la conciencia de cada cual, brillan como diamantes que reposan en las profundidades del fondo de la mar, la incredulidad y la desconfianza, no solo del receptor, sino que también del emisor del mensaje.

Será de boca a oído. A ojos vista de enormes caravanas arropadas de ruido y de colores. La radio, el cine y la TV inundaran las casas y los negocios de venta de placer o géneros. Será en la playa, frotando los cuerpos semi desnudos, en la celebración bucólica de la Semana Santa, será en las caminatas por el mirador del sur, en los billares y en las galleras, en los funerales y en los cumpleaños, donde la voz de los partidos políticos hablara de la deuda externa, de los precios de los artículos de primera necesidad, de la tarifa eléctrica, y de las posibilidades de la energía alternativa, de los créditos agrícolas de un Promipyme que no requiera la catedral como garantía para prestar dinero a un salón de belleza o un taller de costura.

Lo que tiene que ser permanente es preservar la identidad. Y para ello, no hay más que un uno y único camino. La unidad de criterio, por medio de la voluntad de hacerlo.

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