Retos de Obama

Retos de Obama

La candidatura de Barack Obama despertó particular interés en las primarias de Estados Unidos, porque eran muchos los interesados en la contienda. Unos porque deseaban apasionadamente su triunfo; otros porque dudaban de que el candidato afroamericano cumpliera la hazaña.

Fanáticos e incrédulos siguieron con detenimiento los acontecimientos electorales hasta que el proceso culminó a principios de junio de 2008 con la victoria de Obama sobre Hillary Clinton.

Los meses de verano fueron largos a la espera de la muy anunciada convención demócrata. Los más fanáticos Obamistas creían que a última hora los Clinton le harían una mala jugada; mientras muchos otros asumían que algún férreo opositor racista lo mataría.

Los Clinton, sin embargo, le dieron el apoyo más elocuente y coherente en la convención demócrata; y todavía nadie lo ha matado.

Así las cosas, se acerca el día de la juramentación del nuevo presidente. El gabinete está conformado con muchas figuras conocidas de los gobiernos de Bill Clinton, e incluso Hillary ha sido reclutada para la importante posición de Secretaria de Estado, que en Estados Unidos es equivalente a relaciones exteriores.

Superadas las primarias y el período de transición, el debate se concentra ahora en lo que Obama hará una vez llegue a la Casa Blanca.

Los desafíos, conocidos y desconocidos, son muchos. En Estados Unidos hay cada día nuevos retos que afloran internamente o en algún lugar del mundo.

En la lista de los principales problemas se encuentran el decrecimiento económico que amenaza con dejar sin puestos de trabajo a varios millones de norteamericanos, las ineficiencias del sistema educativo y de salud que debilitan la fuerza laboral, los problemas medio ambientales que afectan la existencia humana, las costosas guerras en términos humanos y económicos de Afganistán e Irak, el conflicto sobre el poder nuclear con Irán, y la sanguinaria incursión de Israel en Palestina.

La situación de crisis económica, sin embargo, domina el debate político actual porque las dificultades para superarla tendrán graves consecuencias directas en los norteamericanos y el desenvolvimiento de los otros objetivos.

Las diferencias surgen con respecto a la cantidad de recursos públicos que deben destinarse a la revitalización económica y cómo utilizarlos.

En el debate se identifican al menos tres posiciones: la neoliberal que plantea como solución fundamental una reducción de impuestos para fomentar la inversión privada que generará los empleos; la keynesiana moderada que aboga por un programa limitado de inversión pública que sirva de inyección temporal; y la keynesiana radical que propone un vasto programa de inversión pública que compense casi de manera completa por la desaceleración de la economía privada.

Con el neoliberalismo obsoleto para responder a las necesidades sistémicas en esta época depresiva, Obama tendrá que escoger entre una de las versiones keynesianas para afrontar los problemas.

Si escoge la versión tibia, se arriesga a que el programa fracase, como ha planteado en varios artículos Paul Krugman, premio Nobel de economía en el 2008, quien aboga por un programa masivo de inversión pública que asegure una recuperación para el 2010. Y si escoge el remedio fuerte, se arriesga a que las críticas sean enormes en caso de fracasar el programa de recuperación con el lastre de un gran déficit fiscal.

El otro problema con respecto a la política económica es dónde invertir los recursos públicos que se destinarán a la recuperación.

Para que el programa sea de impacto rápido, es de suponer que las obras de infraestructura jugarán un papel central. Pero para la competitividad futura de Estados Unidos,  las inversiones tienen también que mejorar el sistema educativo, de salud y ambiental.

Obama ha advertido a los legisladores que no utilicen el paquete que deben aprobar de recuperación económica para adjudicar beneficios especiales a sus comunidades, sino que piensen en el interés nacional. Queda por ver en los próximos días si el nuevo presidente domará la mayoría congresional demócrata.

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