Retos para el medio ambiente

Retos para el medio ambiente

MARTHA PÉREZ
Cuando en Junio de 1972 la Organización de las Naciones Unidas celebró la Conferencia mundial sobre Medio Ambiente Humano, en Estocolmo, Suecia, que dio origen al Día Mundial del Medio Ambiente, 5 de Junio, lo hacía para difundir una alerta mundial que atrajera la atención de los gobiernos sobre el estado del medio ambiente e iniciara un debate en torno al tema; nadie llegó a imaginar que treinta y tres años después, aún cuando los países se comprometieron a preservar los recursos naturales en beneficio de las generaciones presentes y futuras, éstas estarían sometidas a grandes riesgos, en un momento en que la humanidad debe elegir su futuro.

Un futuro que, conforme a la acelerada dinámica mundial, depara a la vez retos y promesas; los primeros, de gran magnitud para poder afrontarlos y cumplir las promesas frente a un crecimiento sin precedentes de una población que en su lucha por subsistir, usando indiscriminadamente prácticas dañinas al medio ambiente, ha sobrecargado los sistemas ecológicos y sociales, que a la vez ponen en riesgo la seguridad global.

Es una tarea difícil pero no imposible la de conservar los recursos naturales del medio ambiente, que, como sabemos, son finitos, no infinitos. Somos ciudadanos de diferentes naciones y de un solo mundo al mismo tiempo, y como tal, compartimos una responsabilidad hacia la preservación de los seres vivos; hacia el bienestar de la humanidad. En este orden, es la familia humana la que elegirá los retos venideros, los que dependerán de las formas y maneras en que sean afrontados los retos del presente. Hoy, la ignorancia (por la desinformación), la pobreza, la injusticia, la exclusión y los conflictos violentos que se manifiestan en todas partes están cambiando los modos de vida de la familia humana y consecuentemente amenazando la demanda de una forma de vida sostenible que se fundamente en los valores básicos que brinden un sentido de responsabilidad compartida, un compromiso ético que permita valorar la conducta de las personas, de las instituciones publica y privadas, y que conduzcan a que todos nos identifiquemos en la situación global de un mundo viviente en su amplitud, que debe de tomar la decisión de asumir un compromiso local y universal frente a los retos ambientales, económicos, políticos, sociales y espirituales; todos interrelacionados; y proponer e impulsar de manera conjunta soluciones viables respecto a los retos de hoy y su relación con el lugar que ocupa y que debe ocupar le ser humano en la naturaleza.

Es indispensable iniciar una labor sistematizada de información para educar en los aspectos ambientales y sociales; una labor con la que se procure la sensibilización para la participación activa, dirigida tanto a las generaciones jóvenes como a los adultos y que preste la debida atención a sectores de la población menos privilegiados. Que se procure también abrir los espacio de una opinión pública bien informada y de una conducta de los individuos, de las organizaciones y de la colectividad, sustentada en el principio de la responsabilidad en cuanto a la protección y mejoramiento del medio ambiente en toda su dimensión humana. Es esencial también, que los medios de comunicación de masas sean parte de esta labor de sensibilización y eviten contribuir al deterioro del medio ambiente, y difundan favorablemente, información de carácter educativo sobre la necesidad de protegerlo y mejorarlo a fin de que el ser humano pueda desarrollarse en todo los aspectos.

Estos, son deberes establecidos en las Declaraciones de la Cumbre de Estocolmo, que también establecen el derecho fundamental del hombre a la libertad, la igualdad y el disfrute de condiciones de vida adecuadas en un medio de calidad. Desde la conferencia de Estocolmo en 1972 hasta la conferencia de las Naciones Unidas de Medio Ambiente y Desarrollo, en R¡o de Janeiro, Brasil, 1992, los representantes de las naciones han firmado diversos compromisos en este orden, asumiendo el desafió que significa la sostenibilidad ambiental. Este desafío fue ratificado en la Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible, en Johannesburgo, Sudáfrica, en el a¤o 2002, mediante la firma de la Carta del Milenio en la que se acordó de manera unánime, las estrategias para enfrentar el siglo XXI.

La Agenda XXI reconoce que la sustentabilidad del desarrollo implica la solidaridad de generación en generación; para lo cual, la educación ambiental juega un rol estratégico. Para crear conciencia acerca de estos temas, cruciales por demás, es necesario crear una cultura de la participación para la sustentabilidad, en la que confluya la voluntad de los sectores públicos y privados para motivar el interés e integración de las comunidades en la conservación y uso racional de los recursos naturales para el mejoramiento de su calidad de vida. Por tanto, el reto de hoy es dirigir la Educación para lograr la participación y mejorar el estado ambiental y social del presente. En esta ocasión, es necesario asumir el tema y lema asignado por el PNUMA para la conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente, cuyo enfoque es a las «Ciudades Verdes» bajo el lema «Planear para el Planeta». Si afrontamos este reto, estaremos asegurando respuestas concretas y comprensivas para los retos venideros.

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