Retozando con la verdad

Retozando con la verdad

FABIO RAFAEL FIALLO
En nuestro artículo «Prestidigitación política» (Hoy, 12 de octubre de 2007), analizamos los cambios del Profesor Juan Bosch en su interpretación del golpe de Estado. Como veremos a continuación, las diferentes versiones del Profesor pueden explicarse por razones de oportunidad política, sin vínculo sistemático con la verdad.

A raíz del golpe, Bosch dio signos de no haber descartado la eventualidad de una ayuda norteamericana para rescatar el poder, y al mismo tiempo declaraba que «los Estados Unidos nada tuvieron que ver con la situación» (ver mi «Gramática oculta del golpismo» Hoy, 4 y 9 de noviembre de 2005).

Con la intervención norteamericana de 1965, Bosch abandona esas expectativas, se radicaliza y proclama su tesis sobre la «dictadura con respaldo popular». Así, en los años 70,     atribuye el golpe, ya no a factores internos, sino a un conflicto entre Estados Unidos y Haití, culpa al gobierno de Kennedy por dicho golpe y afirma que el mismo «fue planeado y organizado por la misión militar norteamericana en el país» (ver mi «Prestidigitación política»).

En el nuevo posicionamiento, convenía limar toda aspereza con los cuerpos castrenses, a fin de inducirles a co-patrocinar su «dictadura con respaldo popular». Es entonces cuando declara que los militares dominicanos habían sido «instrumentos inconscientes de la misión militar norteamericana» y «no pensaron que lo que estaban haciendo iba a desembocar en eso».

Bosch cesa igualmente de afirmar que en 1963 no tenía la fuerza necesaria para sustituir a los jerarcas militares (como declaró en su «Gramática parda», Life en español, 11 de   noviembre de 1963) y, en cambio, deja entrever que fue por ignorancia de lo que estaba pasando, y no por debilidad, que no tomó las medidas de lugar (ver «La historia secreta del golpe de Estado de 1963», www.juanbosch.org). Esa nueva explicación le permitía ofertarse más fácilmente como alguien capaz, llegado el día, de empuñar el cetro de una dictadura popular.

Entretanto, el muro de Berlín cae, Estados Unidos queda como única superpotencia. Y el Profesor trata de adaptarse.

En 1990, despacha sus emisarios a cabildear la intercesión de congresistas norteamericanos en su litigio electoral con Balaguer, olvidando que en 1978 había vilipendiado a Peña Gómez por algo similar, arguyendo que hubiera sido «mucho más provechoso y mucho más digno» entablar una negociación «entre dominicanos» (Listín Diario, 2 mayo 1981). Pero en 1991, después de su fracaso en recabar un apoyo norteamericano en el susodicho litigio, Bosch reitera la responsabilidad de Estados Unidos en el golpe de 1963, añadiendo (ahí residía la gran novedad) que dicho golpe había sido «la última acción importante del trujillismo» (La Noticia, 26 de septiembre de 1991).

Bosch admite ¡al fin! la influencia determinante del trujillismo en aquel funesto golpe. Pero lo hace en 1991, cuando los militares trujillistas habían ido desapareciendo por razones biológicas, por lo que podía denunciarlos sin suscitar las asperezas con las fuerzas armadas que intentó limar con su versión de los años 70. Y lo hace después que en 1963 prefirió achacarle injustamente la responsabilidad del golpe al archi-antitrujillista Viriato Fiallo. Más aún, lo hace sin reconocer la enorme responsabilidad de su propio «Borrón y cuenta nueva» en la preservación del poder trujillista que lo derrocó.

Permítaseme ahora formular dos preguntas a guisa de conclusión. ¿Es que la interpretación de un acontecimiento tan grave como el golpe de 1963 debe variar en función de los objetivos políticos del momento? ¿Acaso no estuvo el Profesor Bosch, de haber pensado que pasaría desapercibida la concordancia entre sus versiones sobre el golpe y sus conveniencias coyunturales, subestimando el cociente de inteligencia de los dominicanos, y por ende el vuestro, amigo lector?

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