Retranca al desarrollo
de América Latina

Retranca al desarrollo<BR>de América Latina

La recién finalizada reunión de los países integrantes del UNASUR puede ser inscrita como en la tradicional queja latinoamericana en contra de los Estados que a nada bueno conducirá a esos pueblos devorados por sus pobrezas y amarrados por notables poblaciones indígenas.

Como siempre, el culpable de todos los males latinos hay que buscarlo en el imperialismo norteamericano, que desde el siglo XIX ha impuesto su impronta y sus deseos hegemónicos en el continente, arrebatándole a México miles de kilómetros cuadrados de terreno, y a los países caribeños con intervenciones que duraron más de dos lustros.

Ahora, con el nuevo socialismo, se ha vuelto a recomponer el cuco del imperialismo norteamericano. Así se ocultan incapacidades, latrocinios y dictaduras al subyugar a esos pueblos, ciegos seguidores de líderes bañados con un mesianismo, medio primitivo, en donde la capacidad intelectual de los mandantes no es algo notable.

Se ataca a los Estados Unidos con el lío del permiso de Álvaro Uribe para que tropas de ese país utilicen determinadas bases colombianas para el control del narcotráfico y combate al terrorismo, pero ¡cuidado! si los norteamericanos, en justa represalia por tantos insultos y acusaciones, deciden reducir el intercambio comercial recíproco que hasta ahora es el sostén de casi todas las economías hemisféricas, en particular las caribeñas, como ahora lo han impuesto a Honduras.

El nuevo deporte político latino es buscar un aglutinamiento de todas las pasiones anti norteamericanas para galvanizar un apoyo, que a varios se les escapa de los controles establecidos por sus errores en la conducción de sus pueblos. Existe una fina y agresiva demagogia verbal que hace creer de los beneficios recibidos por los habitantes de Venezuela, Bolivia, Ecuador o Nicaragua, y así lo procuraban en Honduras cuando se encaminarán hacia un socialismo del siglo XXI lleno de improvisaciones, indelicadezas y absurdos económicos.

Estados Unidos subestima y deja de lado la atención a los países del hemisferio al sur del río Grande; está más preocupado con los pataleos rusos por un nuevo armamentismo o el estancamiento económico de China Continental, que atender a su vecindario. Todavía conciben a estos países como subdesarrollados, anárquicos, haraganes y poco interesados en progresar.

Mientras tanto, el liderazgo del siglo XXI en América Latina ha elegido, con el fin de mantener un apoyo popular irrestricto, políticas sociales de dádivas y subsidios, sosteniendo una beligerancia y una libertad de acción, independiente del tutelaje norteamericano; sin embargo, no podrían sobrevivir si en un momento dado cesara parcialmente el intercambio comercial que ha sido factor preponderante para el desarrollo de estos países, algunos de los cuales en la década del 50 del siglo pasado estaban con más alto nivel de ingresos y de desarrollo que Japón, Corea del Sur, Taiwán y China Continental.

Lo sensato, por el derrotero que quiere imponer Hugo Chávez al continente sudamericano y caribeño, buscando una confrontación no deseada con Estados Unidos, es que se recapacite a tiempo para evitar esos malos entendidos inducidos. Ahora renacen aquellos sentimientos anti yanquis, que en la década del 60 del siglo pasado galvanizaron al continente y cada cual soñaba con ser un revolucionario, seguidor de lo que Fidel Castro había logrado en Cuba en 1959.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas