Retrato

Retrato

La noticia principal de nuestra edición de ayer, complementada con una foto grafía bastante elocuente, retrata de cuerpo entero la dejadez de las autoridades que han debido velar por evitar estas ocupaciones.

Aunque esta modalidad de invasión, generalmente paulatina, es fácil de notar a orillas de cualquier vía de tanto tráfico como la autopista Duarte, las autoridades prefirieron no ponerle freno en el momento oportuno.

Ya la ocupación es abundante y notable, pues la gente se ha acomodado, modificando la topografía y destruyendo vegetación.

En algunos tramos de la autopista Duarte, los ocupantes de las isletas han obstruido los drenajes, los cuales han rellenado para improvisar pasarelas que les permitan el acceso a la carretera. Cuando llueve, el fango cubre tramos de vía, convirtiéndolos en resbaladizos y peligrosos.

Se trata de una situación que, sin duda, es conocida desde sus inicios por las autoridades incompetentes, -sí, incompetentes- en la función de preservación de estas áreas.

-II-

El caso de la autopista Duarte no es el único retrato de dejadez.

La autopista 6 de Noviembre, que comunica la capital con la ciudad de San Cristóbal, se ha ido llenando de construcciones que violan las regulaciones sobre franjas de ampliación, que prohiben las construcciones hasta cierta distancia de los bordes de la vía. A pesar de ello, no es de dudar que algunas de estas obras cuenten con autorización de organismos oficiales, como ha pasado en muchos casos.

En este caso, también, ninguna autoridad incompetente -sí, incompetente- ha cuestionado que haya riña entre obras autorizadas y lo que dispone la ley para preservar las márgenes de las vías rápidas.

-III-

En los cascos urbanos también se dan situaciones de este tipo.

La zona del kilómetro nueve de la autopista Duarte fue invadida y arrabalizada, y a las autoridades municipales les ha costado trabajo y dinero para poder desalojarla.

En vías importantes, como la Duarte, los buhoneros y vendedores de hortalizas y frutas se han hecho dueños de la vía pública, limitando su amplitud y creando un verdadero caos.

Sindicaturas van y sindicaturas vienen, pero todo lo que se ha hecho es tratar de congraciarse con el desorden y afrontar la cuestión de un modo politiquero, rehuyendo responsabilidades.

Estos retratos que hemos citado son los que muestran la forma en que pequeños males cobran dimensiones terribles y se convierten en difíciles de resolver.

Tanto en los casos de las autopistas como en el de las vías urbanas afectadas, los ocupantes se aferran a derechos adquiridos por el tiempo que se les ha permitido actuar fuera de la ley. La invocación de que son padres de familia se esgrime como una patente que autoriza la ilegalidad y el caos.

Los ocupantes de las isletas de la autopista Duarte, quienes están construyendo a orillas de la Seis de Noviembre y los buhoneros no son los culpables. Culpables son quienes no han cumplido oportunamente su responsabilidad de impedir el desorden.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas