Siempre estuve convencido de que la designación de un defensor del pueblo constituiría un fracaso de importación de una idea mal asimilada, siendo, en realidad, algo que a alguien se le ocurrió copiar de algún país, pretendiendo transmitir a la ciudadanía un mensaje de preocupación por su suerte y bienestar. Pero, al igual que ocurre con sobresalientes disparates que hay en otros países y muchos quieren introducir en el nuestro como novedad, la figura del defensor del pueblo es una solemne barrabasada porque presupone la ineficiencia y/o nulidad de otras instancias del Estado cuyas funciones constitucionales están explícitas o implícitas como defensoría o protección del pueblo.
Asumiendo la fantasía de que se necesita un defensor del pueblo, mi propuesta hubiese sido que, en vez de uno, se nombraran por lo menos ocho, para que sustituyeran a las siguientes instituciones y/o personas cuyo pobre trabajo de defensa al pueblo ha hecho necesario nombrarle un defensor: Supermán-Presidente de la República; El Chapulín Colorado-Procurador General; Batman y Robin-Cámara del Senado; Iron-Man-Cámara de Diputados; El Zorro-Todos los Síndicos y Gobernadores; Agente Secreto 007-Policía Nacional y La Mujer Maravilla-Suprema Corte de Justicia. Todos ellos trabajarían con el Departamento Anticorrupción, Pro-Consumidor, Defensa Civil, Cruz Roja, Comisión Nacional de Protección a los Derechos Humanos, Amnistía Internacional, etcétera, para defender al pueblo y no sería necesario que la distinguida dama, nombrada defensora del pueblo como burla legislativa para la ciudadanía, tenga que justificar su cargo yendo a una cárcel a investigar la golpiza a un recluso, cuando El Chapulín Colorado y el Agente Secreto 007 podían resolver eso desde sus oficinas sin tener que ir a filmar ninguna película.