En el trienio 2008-2010 las operaciones fiscales del gobierno promediaron saldo negativo por 58, 000 millones de RD$ pesos anuales lo que le llevó a endeudarse un 24% por encima de las recaudaciones para cubrir sus gastos.  Esto significó un resultado presupuestario 12 veces peor, en términos absolutos, al observado durante el trienio precedente (2005-2007) regido por el mismo gobierno y 17 veces peor, en términos relativos,  de la primera gestión del PLD (1997-1999): Un tremendo retroceso en términos a administración fiscal.

El déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos durante el cuatrienio 2008-2011 promedió 3920 millones de US$ anuales, siendo 5.5 veces superior al observado en el cuatrienio anterior administrado por el mismo gobierno y 8 veces superior al gobierno del PLD durante los  90s. Otro tremendo retroceso que empeoró la capacidad de nuestra economía para satisfacer las necesidades nacionales.

Por supuesto que estos dos grandes déficits, nudos gordianos de toda economía, tienen tremendas derivaciones sociales y políticas.  La incapacidad económica – productiva se expresa en el desempleo, principalmente de jóvenes que ni trabajan ni estudian, sobrecargando los gastos públicos mediante subsidios y/o abonando la delincuencia.  El déficit fiscal disminuye la capacidad de prestación de servicios sociales por parte del Estado y priva al aparato productivo de disponer infraestructura adecuada.

Aquella delincuencia aumenta la inseguridad ciudadana hasta colocarnos en un estado de indefensión frente a una gestión pública con notaciones progresivas de ineficiencia reforzada por infiltraciones de ilicitudes que supuestamente combate como por complicidades,  corrupción e impunidades. La indefensión lleva a ciudadanos a valerse de sus propios medios para resguardarse dentro de una sensación de “sálvese quien pueda” que llega a expresarse en desorden físico y caos ambiental. 

Se llega a la sensación de carecer de autoridades y de ser tentados por manifestaciones anárquicas provocadoras de injerencias externas excusables en amenazas fronterizas provenientes de, y la ocupación militar de, la nación vecina, así como por la cortesanía internacional tras el endeudamiento; a menos que la comunidad internacional, contrario a los precedentes, se desinterese de la suerte del país y la deje en manos nacionales, con potenciales repercusiones en términos de paz y orden públicos ante la disminución de instancias domésticas capaces de procurar soluciones a estos conflictos.

Como las últimas encuestas presentan a ese PLD, de tanta vocación al progresivo retroceso deficitario, con mayores posibilidades; las instancias responsables que nos quedan tienen que reaccionar hoy para no lamentar mañana las consecuencias de la falta de precaución en las decisiones tomadas en el contexto del presente certamen electoral.