Retroceso

Retroceso

Con la disposición que estableció el trabajo interdiario de los carros del transporte urbano se ha reafirmado nuestra inveterada inclinación por el caos y el retroceso. En apenas un mes, el desorden, las incursiones de los denominados carros «piratas» y el dejar hacer y pasar de las autoridades ha reactivado la vigencia del retroceso. Ya todo el mundo «concha» el día en que le venga en ganas, sin que importe el color de la capota.

Así, parece haber caído en la obsolescencia lo que ha debido ser una medida cuyo objetivo fuera ahorrar combustibles y descongestionar el tránsito.

Todo esto deja la impresión de que el verdadero objetivo era recaudar dinero y que el medio escogido fue hacer que los choferes pagaran por la rotulación acogiéndose al ordenamiento que les haría trabajar interdiario según el color de las capotas de sus autos.

Se parece mucho a las molestias que ocasionan las autoridades a los conductores cuando se les antoja reclamar que todos adquieran en un plazo determinado el marbete de la mal llamada «revista», en tiempos en que no está disponible.

El trabajo interdiario de los carros del transporte urbano, en el poco tiempo que se practicó, demostró que contribuía a despejar el tránsito y que los inconvenientes iniciales en cuanto a oferta de asientos fueron desapareciendo con la práctica.

Ahora, después de todo el trabajo de rotulación, pintado de capotas y emplazamientos, se permite que todos trabajen cuando les parezca. A menos que se trate de una pausa técnica en la disposición, lo que estamos viendo es un deplorable retroceso.

 

Interrogante

¿Cuál es realmente el límite de la capacidad de endeudamiento de un país?

La inquietud surge a propósito de afirmaciones que sobre este concepto hiciera el secretario técnico de la Presidencia, Juan Temístocles Montás, al término de un encuentro con el sector eléctrico efectuado el sábado en La Romana.

Sería interesante considerar que el techo de la capacidad de endeudamiento podría ser un punto en el cual la amortización de la deuda y el pago de sus servicios obligan a desviar recursos que corresponderían a la inversión social y a la sustentación de estándares adecuados de subsistencia. Si esto es válido, no es de ahora que rompimos el tope de la capacidad de endeudamiento.

Por otra parte, podría ser válido considerar que el tope de la capacidad de débito fluctúa en función del desempeño de la economía general. Si esto es así, con la grave crisis económica en que nos sumió el manejo inadecuado de la quiebra de tres bancos nuestro techo de endeudamiento descendió a niveles dramáticamente más bajos que antes de la crisis, pero el Gobierno anterior continuó frecuentando ventanillas de préstamos, algunas bastante onerosas.

Por eso no nos resulta fácil identificar ese techo de que se habla.

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