Reunión altamente positiva

Reunión altamente positiva

JOSÉ ANTONIO MARTÍNEZ ROJAS
bi2jh2o@tricom.net
El lunes próximo pasado los colaboradores de este matutino fuimos convocados por el propietario del mismo, señor José Luis Corripio, mejor conocido por Pepín, a una reunión con la finalidad de: evaluar el nuevo formato; disminución en días de semana de las páginas de opinión; imposición de reducir el número de palabras en cada artículo y aportar para fines de discusión cualquier otra sugerencia tendente a mejorar la nueva imagen de HOY. Inicialmente no sabíamos el motivo de la convocatoria, pero posteriormente supimos, por intermedio del ingeniero Hamlet Herman, que parte de la motivación de la misma era una queja que le habíamos externado en la Librería La Trinitaria, porque habíamos sido notificado por el Director que debíamos reducir nuestra entrega sabatina, de unas setecientas palabras a unas cuatrocientas cincuenta. Esto acarreaba una concentración y esfuerzo adicional, para sintetizar al máximo nuestras inquietudes.

En principio, estuvimos renuentes a someternos a este requisito el cual considerábamos muy drástico y limitante al libre albedrío y hasta expusimos nuestra disposición de no seguir escribiendo después de casi veintidós años ininterrumpidos de colaboración gratuita, ya que nunca hemos solicitado remuneración por nuestros artículos o reseñas.

Afortunadamente, un comentario del doctor Sergio Sarita me hizo recapacitar cuando narró que le había dado un texto a su esposa para que lo comentara y ella le recriminó que se explayaba mucho en el relato y que si no lo concentraba, hasta ella dejaría de leerlo. Esto lo llevó a efectuar una reducción sustancial de frases superfluas o de galanura y a sintetizar lo que quería transmitir a sus lectores.

Otras intervenciones favorables a la reducción del texto para captar el interés del lector y a la vez permitir una mayor participación de colaboradores, fueron hechas por el señor Julio Brea Franco y hasta por el propio Pepín, quien expuso que tenía un método propio de lectura, consistente en saltar una línea. Un sistema similar utilizó el extinto presidente de los Estados Unidos de América,  John F. Kennedy, quien asimilaba las noticias esenciales contenidas en los ocho principales periódicos del país en media hora, al leer el inicio y el final del reporte y deduciendo el resto. Ante argumentos tan contundentes, triunfó la tesis de la condensación.

Finalmente, después de todos los presentes someterse voluntariamente a compendiar sus escritos, la única falla válida que encontramos en la nueva configuración del periódico, fue que el nombre y el color ocre con que se resalta el nombre del articulista, no permiten claramente identificar al autor, y se convino en que se tomarían las medidas necesarias para su pronta corrección. Es debido a ese constructivo coloquio, que a partir de esta entrega  estrenamos muy a nuestro pesar, por el cambio de hábito y el esfuerzo adicional de concentración,  el nuevo estilo en el cual nos limitaremos a escribir no más de quinientas palabras. ¡Ojalá podamos! 

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