Revelan cómo los ricos se están asegurando de quedar en la cima

Revelan cómo los ricos se están asegurando de quedar en la cima

En el momento en que los países más ricos del mundo estuvieron en momentos de auge, pocas personas se preocuparon demasiado de que solo un 1% estaba disfrutando de un porcentaje cada vez mayor de esa prosperidad.

Como consecuencia de la depresión que ha tenido lugar en Estados Unidos, el abismo fiscal en Reino Unido y la crisis existencial en la eurozona, como también la vergüenza de los banqueros del mundo, preocuparse sobre la desigualdad ya no es el dominio exclusivo de la izquierda extrema.

No debería haber duda de los hechos: la proporción de ingresos de ese 1% casi se ha duplicado en Estados Unidos desde principios de la década de los 70, y ahora es de aproximadamente un 20 por ciento.

En gran medida la misma tendencia puede verse en Australia, Canadá y R.U., aunque en cada caso la proporción de ingresos de ese 1% se torna más pequeña.

En Francia, Alemania y Japón parece no haber dicha tendencia. (La fuente es la Database Mundial de Mayores Ingresos, resumido en el informe de apertura de un excelente simposio sobre las Perspectivas Económicas de este verano).

¿Pero nos debería importar? Existen dos razones por las que debería importarnos: el proceso y el resultado. Deberíamos preocuparnos de que las ganancias de los ricos son mal habidas: como resultado de la red de amiguismo, o fraude, o por la explotación de la generosidad del contribuyente. O debemos preocuparnos de que los resultados son nocivos: miseria y envidia, o malos hábitos, o democracia disfuncional, o lento crecimiento, (mientras los ricos se sientan sobre su dinero) o también la deuda excesiva y así la inestabilidad financiera.

Siguiendo la crisis, podría estar fuera de orden indicar que los ricos realmente se ganaron su dinero. Pero los impulsivos anti-banqueros podrían echarle un vistazo a la investigación hecha por Steven Kaplan y Joshua Rauh, otra vez refiriéndonos al simposio JEP.

Ellos simplemente hacen una comparación al destino de los mayores asalariados de las diferentes líneas de negocios. ¿Preocupado de que los directores ejecutivos están llenando sus botas gracias a la débil gobernabilidad de las compañías que cotizan en la bolsa? Al igual que yo, pero a los socios de las firmas de abogados también les está yendo muy bien, como a los jefes de compañías de propiedad privada, a los gestores de fondos de alto riesgo, y como a las principales estrellas del deporte. Los acuerdos de gobernabilidad en cada caso son diferentes.

Entonces, tal vez ha cambiado cierta amplia norma social, lo que permite que se paguen salarios más altos en todos los ámbitos o sectores. Si es así, esperaríamos que los salarios públicamente escrutados se pongan al día con los que tienen más privacidad, por ejemplo, los salarios de los directores de corporaciones que se manejan privadamente.

La verdad desagradable es que las fuerzas del mercado, que son el resultado de contratos libremente acordados, están probablemente detrás de gran parte del aumento de la desigualdad.

La globalización y el cambio tecnológico favorecen a los más altamente calificados. En medio de la distribución del ingreso, un fuerte par de brazos, la disposición a trabajar duro y un poco de sentido común, son usados para proveer un ingreso confortable. Pues ya no más.

Mientras tanto, en el punto más alto, los mercados donde “el ganador se lleva todo” están emergiendo, y donde los mejores empresarios o los más afortunados, directores de fondos, autores o atletas se llevan la mayor parte de las ganancias.

La idea de que los gatos gordos simplemente se roban la crema de todo el mundo es emocionalmente poderosa, pero no es del todo convincente.

En un mercado de buen funcionamiento, la gente solo gana altos ingresos si se crea suficiente valor económico para justificar esos ingresos. Pero, aunque pudiéramos estar convencidos de que esto fuera cierto, no tenemos que dejar pasar el asunto.

Esto en parte se debe a que las cantidades involucradas son inmensas. Entre el 1993 y el 2011, en Estados Unidos los ingresos medios crecieron un modesto 13.1% en total.

Pero el ingreso total del 99% que compone a los pobres, es decir todo el mundo hasta las familias que ganan alrededor de US$370,000 al año, crecieron solo un 5.8%. Esa diferencia o brecha es una medida de cuánto está obteniendo el 1%. Las posiciones son altas.

Yo propongo dos razones por las que debería importarnos la desigualdad: un proceso injusto o un resultado perjudicial. Pero lo que realmente debería preocuparnos es que las dos razones, después de todo, no son realmente distintas.

El resultado perjudicial y el proceso injusto se alimentan mutuamente. Mientras más desigual se vuelve una sociedad, mayor será el incentivo para que el rico ascienda en la escala detrás de ellos.

En la parte superior de la escala, los plutócratas pueden manipular la conversación comprando los periódicos y canales de televisión o financiando campañas políticas.

Los simplemente prósperos luchan desesperadamente por colocar a sus hijos en el vecindario correcto, así como en las mejores guarderías, colegios, universidades y pasantías, sabemos que grande ha crecido la brecha entre los ganadores y los perdedores.      

Miles Corak, otro colaborador del debate JEP, es un experto sobre la movilidad del ingreso intergeneracional, la pregunta de si los padres ricos tienen hijos ricos. La dolorosa verdad es que en las naciones desarrolladas más desiguales, Reino Unido y Estados Unidos, la transmisión intergeneracional de ingresos es más fuerte. En sociedades más igualitarias, como es el caso de Dinamarca, la tendencia de que el “privilegio engendra privilegio” es mucho más baja.

Esto es lo que se atraganta en la garganta sobre el aumento de la desigualdad: el conocimiento de que mientras más desiguales se vuelvan nuestras sociedades, más nos volveremos prisioneros de la desigualdad.

Los más acomodados sienten que deben esforzarse para prevenir que sus hijos se deslicen en descenso en la escala de los ingresos. Los pobres ven desaparecer las mejores escuelas, colegios, incluso clubes de arte y clases de ballet, detrás de una pared de gastos o de viviendas inasequibles.

La idea de una sociedad libre basada en el mercado es que todo el mundo pueda alcanzar su potencial. En algún lugar perdimos nuestro camino.

«El economista camuflado contraataca’ (‘The Undercover Economist Strikes Back’) de la autoría de Tim Harford, será publicado este mes en Reino Unido, y en enero en Estados Unidos.

 

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