Estamos acostumbrados a ver cómo las nuevas parejas de las estrellas señeras de Hollywood, de los legendarios deportistas o los viejos rockeros suelen tener una edad inversamente proporcional a la de sus flamantes aunque ajadas parejas, publicó hoy Elconfidencial.com.

En otras palabras, el macho envejecido parece tener cierto cariño por preservar su juventud citándose con mujeres más jóvenes o mucho más jóvenes. Sin embargo, y salvo casos contados, como el de Demi Moore y Ashton Kutcher, no parece suceder lo mismo con las mujeres.

Durante décadas, lo más habitual era que el hombre tuviese una mayor edad que su mujer. Al fin y al cabo, el sexo femenino aún no había penetrado en el mercado laboral, y el hombre cazador podía elegir a la jovencita que prefiriese (o, al menos, eso pensaba).

En la España rural, llegar a más de los 30 sin pareja era casi un estigma social… en el caso de las mujeres. Sin embargo, ¿por qué ocurre lo mismo entre las parejas actuales, criadas en una cultura mucho más abierta, y sobre todo, entre aquellas para las que el dinero no es un problema?

Una investigación publicada esta semana en Evolution & Behavior intenta responder a tal pregunta desde una perspectiva ¡cómo no! evolucionista.

Los investigadores finlandeses, encabezados por el profesor de psicología de la Universidad Abo Akademi Jan Antfolk, preguntaron a más de 12.500 personas sobre la edad de sus parejas y sus preferencias sexuales. Y, como sospechaban, los hombres preferían y solían pasar su vida con mujeres más jóvenes, mientras que para ellas, la edad de su pareja era una cualidad sin apenas importancia.

24 o 25 años. Esa es la cifra mágica para la mayor parte de participantes masculinos en la investigación, tanto para los que se encontraban por encima de dicha edad (los adultos a los que les van más jóvenes) o por debajo (los adolescentes prefieren las parejas ligeramente mayores que ellos, seguramente por aquello del aprendizaje y, sobre todo, fardar delante de los amigos).

Por el contrario, las mujeres preferían a los hombres de su misma edad o, como mucho, un poco más mayores, aunque daban una menor importancia a dicho aspecto.

Tan sólo aquellas que estaban a punto de cumplir los 20 o que los habían cumplido recientemente parecían mostrar interés por hombres hasta cuatro años mayores que ellas.

Antfolk sugiere que dichos resultados se encuentran en consonancia con las habituales hipótesis evolucionistas. Los hombres tienden a preferir mujeres más jóvenes puesto que son más fértiles y, de esa manera, les permitirán extender sus genes con una mayor facilidad.

Por el contrario, y debido a que la mujer debe encontrar a un hombre que garantice la estabilidad y bienestar de la familia, es lógico que prefiera un hombre ligeramente mayor.

No demasiado, claro está, puesto que en ese caso, probablemente moriría demasiado joven, dejando a su progenie y esposa huérfanos. Dos ideas habría quien diría clichés muy habituales entre los evolucionistas, tan dados a explicar cualquier comportamiento humano a posteriori.

El estudio, que ha recibido el sintético nombre de «Preferencias y actividades sexuales de los hombres y las mujeres con respecto a la edad de la pareja» añade también que la actividad sexual de las parejas termina encajando más con lo que la mujer desea que con lo que el hombre prefiere.