En el destacamento policial de Villa Consuelo el intenso olor a orines se extiende desde la celda hasta el estrecho cuarto de aproximadamente tres metros cuadrados donde funcionan la oficina del comandante, la sala donde el sargento de guardia recibe las querellas, el lugar donde esperan quienes visitan a los detenidos y descansan los agentes luego de patrullar el populoso sector.
Hay un solo escritorio con un pedazo de tabla que sustituye la faltante cuarta pata; planchas de madera prensada, en algunos casos rotas, hacen las veces de paredes.
Pero, la precaria decoración y la pestilencia que se respira en el ambiente no son la única indicación de que la reforma policial todavía no han llegado a esta dotación policial. En el lugar no hay espacio alguno para estacionamiento; incluso la moto del sargento debe ser estacionada sobre la acera y amarrada con una cadena al poste del tendido eléctrico.
Todavía más, todo detenido tiene derecho a una llamada telefónica a su abogado o sus familiares, lo que no se aplica en Villa Consuelo, ya que el único teléfono con que cuentan sólo recibe llamadas.
El único atisbo de modernidad que se puede ver en esta estación policial es una computadora nueva, con poco o ningún uso, pues el sargento de guardia sigue recibiendo las denuncias y asentando la lista de presos en un viejo cuaderno.
Es probable que los carros con radios de comunicación y celulares que una vez fueron entregados a la Policía estén en otra zona, pero en Villa Consuelo no se ha visto ninguno, aunque sí hay un par de saltamontes y una passola.
El destacamento está ubicado la calle Baltazar Alvarez en un apartamento que tuvo que ser adaptado para tal fin, incluyendo, además de las oficinas y el espacio para alojar a los agentes, las celdas para encerrar a los detenidos.
Pero el lugar carece de todo tipo de higiene. Tampoco cuenta con ventilación, y por lo que se pudo ver sólo tiene una puerta, por lo que en caso de incendio agentes y reclusos dependerán de la suerte para salvar sus vidas, las mismas que arriesgan día a día los unos detrás de los delincuentes y toda suerte de violadores de la ley, y los otros cometiendo sus fechorías y huyendo de las autoridades.
TENIENTE DISGUSTADO
Escuchar las quejas del teniente Corporán, quien ignoraba la presencia de periodistas en el lugar, reflejan la escasez de personal en los destacamentos de la zona norte, sobre todo después que se diera inicio en Capotillo al Plan de Seguridad Democrática.
Por lo bajo los agentes se quejan porque todos los recursos se han concentrado en Capotillo, mientras no se respalda el trabajo en los demás sectores.
Estoy disgustado repite tres veces entre los dientes el teniente que ignora la presencia del periodista de HOY. Él y sus compañeros se lamentan porque un coronel mandó a encerrar a uno de los agentes de Villa Consuelo justo cuando el trabajo se ha duplicado, cuando más falta les hace, debió meterle otra sanción, pero no trancarlo, además si le iba a quitar un hombre a uno, que mande otro. Mejor, alega uno de los sargentos, métale diez días sin salir del destacamento, pero no lo tranque.
DEPURACION ATIPICA
El pique del teniente no le impide, sin embargo, probar un muslo de pollo de un servicio de comida que mandó a comprar, ni darle una chequeadita a un sancocho que la dueña de un negocio contiguo mandó a comprar.
Sentado frente a su escritorio de tres patas, el teniente manda a llamar algunos de los detenidos durante el fin de semana para irlos depurando y/o enviando a la Fiscalía barrial.
Uno por uno, los detenidos son llevados ante el oficial a quien le explican la causa de su detención, y este decide según su criterio- si son devueltos a la celda o si los envía ante la Fiscalía.
Uno de los detenidos le dice que lo llevaron preso por gusto, que él no hizo nada, que es un hombre de trabajo. La súplica del reo convence, aparentemente, al teniente quien le pregunta si en verdad es un hombre de trabajo.
-Sí, responde el preso.
-Búsquenle una cubeta para que lave el carro, ordena el oficial sin inmutarse, mientras su hermano, un ex policía, le busca una cubeta al hombre.
Sabiendo que esta es una oportunidad para salir en libertad, el detenido acepta gustoso lavar el carro del teniente, en lo cual tardó unos veinte minutos, luego de lo cual fue enviado por ante la Fiscalía Barrial que está en la Tunti Cáceres esquina Felipe Vicini Perdomo, en el mismo sector de Villa Consuelo.
LO SOLTARON
Mientras hacía turno para poner una querella, algo que nunca logró, pese a una larga espera, el reportero de HOY escuchó la queja de un comerciante de Villa Consuelo quien el sábado logró atrapar a un ladrón que le robó varias piezas de repuesto de vehículos. El comerciante le preguntó al teniente cómo era posible que alguien que fue atrapado robando el sábado ya el lunes estuviera en libertad, sólo porque su mujer devolvió una de las piezas que se había robado.
El teniente le dijo que averiguara en la Fiscalía, nada más. A la salida del comerciante, el sargento y los policías lo tildaron de malagradecido.
En lugar de quejarse, él debería venir a felicitar al jefe y darle las gracias por el buen trabajo que está haciendo. Ese tipo es un mal agradecido, expresó uno de los agentes queriendo alagar a su superior.
SIENTESE Y ESPERE
Para poner una querella o hacer una denuncia de robo en Villa Consuelo hay que tener suerte de que el encargado esté en el destacamento, de lo contrario hay que disponer de suficiente tiempo para esperar que regrese a su oficina, pues él tiene su propio horario.
Aunque quedan varios agentes, incluyendo otro teniente uniformado, un par de sargentos y dos o tres rasos, nadie escucha la denuncia, pues según se dijo esto sólo lo puede hacer la gente de robos.
Después de esperar durante casi una hora, el teniente sugiere al denunciante que se vaya y vuelva después de las dos de la tarde pues el encargado de la sección de robos volvería a esa hora.
Así marcha el destacamento de Villa Consuelo, a pesar de la anunciada reforma policial, de las quejas y del discurso de los jefes policiales