El presidente del Ministerio Jesús es Sanidad y Vida Eterna Inc., aseguró hoy que el peor error político-social del gobierno que encabeza el presidente Danilo Medina, es impedir y relegar la celebración del cultos presenciales de adoración al Dios Todopoderoso en el país.
Paulino Moya, quien ha levantado la voz por décadas en la defensa cívica y política de la comunidad cristiana evangélica dominicana, considera que “el atropello de las autoridades gubernamentales a la solemnidad del culto de adoración a Jesucristo, relegado a un segundo plano por medidas sanitarias excluyentes», tiene indignado el sentimiento divino y a los ciudadanos del país que se nutren de la adoración del Todopoderoso”.
Sostuvo que es “irracional y de poco juicio indignar a los más de 3.5 millones de ciudadanos que profesan la fe evangélica cristiana, en momentos en que se decidirá el cambio de autoridades el próximo 5 de julio”.
Entiende que los hombres y mujeres que sustentan su estilo de vida, moral, espiritual y en el ámbito de la salud, mediante la comunicación con el Omnipotente, no se han negado a cumplir las normas sanitarias de distanciamiento social dispuestas por las autoridades.
En ese sentido, indicó que las disposiciones de la reapertura de la economía dispuesta por las autoridades, beneficiando a otros sectores sociales y excluyendo a las iglesias, son medidas inaceptables e indignantes, que podrían tener consecuencias político-electoral en las próximas elecciones.
“Todo acuerdo político hecho en el Palacio Nacional contrario a los preceptos bíblicos que ordena congregarse a los cristianos es incompleto e inaceptable, para los que representamos la vocería cristiana de la República Dominicana», enfatizó.
Asimismo indicó que el pueblo cristiano es sabio para entender y conocer la cultura y doctrina política de los que gobiernan hoy la República Dominicana, «lo que ciertamente revela que no son aspectos por la solemnidad tradicional de la Santa Iglesia de Jesucristo para adorar a su creador”.
Paulino moya dijo que el Ministro de Salud Pública y las autoridades que controlan las libertades públicas a causa del COVID-19, se hacen de la vista gorda con las aglomeraciones en bancos, supermercados, tiendas y actividades políticas, mientras que le imponen el poder del Estado a las iglesias impedirles que adoraren a Dios.