WASHINGTON (AP) _ La declinante popularidad del presidente George W. Bush en Estados Unidos podría estar afectando su capacidad para ejercer influencia en el exterior. Hace unos pocos años, tanto las naciones rivales como las aliadas se alarmaban de que un gobierno prepotente intentara imponer su voluntad al resto del mundo. Dicha prepotencia es difícil de encontrar en estos días.

   Mientras Bush se prepara para viajar el lunes al Asia, abundan los interrogantes sobre las consecuencias mundiales de un presidente de Estados Unidos acosado por reveses domésticos.

   En las últimas semanas, su gobierno:

   _Ha visto torpedeada su propuesta de un pacto de libre comercio en todas las Américas. También corren peligro varias de sus iniciativas comerciales.

   _No ha logrado persuadir a la agencia nuclear de las Naciones Unidas que remita al Consejo de Seguridad las supuestas actividades nucleares iraníes para posibles sanciones.

   _Enfrentó nuevos obstáculos en las conversaciones de seis países en torno a la agenda nuclear de Corea del Norte.

   _Chocó con importantes aliados europeos que, por primera vez, se sumaron a otros países para apoyar una medida que quitaría a Estados Unidos el control administrativo de la internet.

   «Entre bambalinas, prevalece la impresión de que Estados Unidos está de algún modo empantanado en Irak y con preocupaciones a nivel nacional, y que éste es un momento difícil para el gobierno de Bush», dijo Kurt Campell, que fue subsecretario de defensa asistente para Asia y el Pacífico durante el gobierno de Bill Clinton.

   «Se produce en momentos en que las acciones chinas están muy en alza en Asia en general. Hay un reconocimiento creciente de que China ha aprovechado enormemente los desafíos que enfrenta el gobierno de Bush, en Irak y otros ámbitos, para consolidar sus ganancias en Asia», dijo Campell, que ahora se desempeña en el Centro Para Estudios Internacionales y Estratégicos.

   En Europa, el principal socio de Bush en Irak, el primer ministro británico Tony Blair está arrastrando tribulaciones políticas propias.

   Algunos presidentes, más recientemente Clinton, han extraído fuerzas de sus viajes al exterior. Pero Bush ha cosechado respuestas silenciosas de muchos líderes mundiales y enfrenta una cuota mayor a lo habitual de manifestaciones antiestadounidenses.

   Por empezar, nunca ha sido muy bien visto en el exterior.

   Ahora, los aliados podrían envalentonarse más al oponerse a las posiciones promovidas por Estados Unidos. Y los gobiernos antagónicos de Corea del Norte, Irán y otros podrían verse menos intimidado por las amenazas de Bush, viendo cómo está empantanado en Irak.

   «Pienso que les resulta menos intimidatorio», dijo Michael O’Hanlon, especialista en política exterior en el Instituto Brookings.

   Claro que Estados Unidos sigue teniendo enorme influencia, aunque sólo sea porque es la única superpotencia militar y tiene la economía más poderosa.

   Algunos acontecimientos recientes podrían obrar a favor de Bush.

   Las declaraciones del nuevo presidente de Irán que propugnan la destrucción de Israel, y recientes ataques terroristas a civiles _como los de la semana pasada en Jordania_, podrían ayudarle a Bush a recibir más apoyo del exterior.

   Su agenda de política exterior sigue siendo ambiciosa e incluye la propagación de la democracia, aunque podría no tener los recursos ni el apoyo público para concretarlo. Las fuerzas estadounidenses están al límite en Irak y Afganistán, y el apetito público por nuevas ofensivas en el extranjero parece tenue.

   «En este momento, el gobierno parece estar tratando de estabilizar Irak, desestabilizar Siria y desnuclearizar Irán a la vez. Completamente improbable. No se puede hacer todo a la vez», sentenció James Dobbins, ex enviado de Bush a Afganistán y veterano diplomático.

   Pero por otra parte dice que «los gobiernos se han repuesto de peores reveses de los que ha experimentado el gobierno actual, que todavía tiene tres años de posibilidades».