Reviviendo un muerto

Reviviendo un muerto

No todo el mundo tiene presente que para estar vivo su cerebro debe enviar una rítmica y continua señal eléctrica a los músculos del torax para que aún durante el sueño hagan que los pulmones se expandan unas 18 veces por minuto para que ingrese oxígeno a la sangre y salga del cuerpo el dióxido de carbono, fenómeno conocido como la  respiración.

De igual manera, a través de mecanismos sensores el sistema nervioso central detecta cuando hay una disminución en los nutrientes energéticos circulantes, dándonos una sensación de hambre. Se trata de funciones automáticas que permiten liberar  de esas tareas a las neuronas de la corteza  cerebral para que puedan  pensar y analizar cosas del pasado y del presente, así como elaborar planes futuros.

Todas las noches revisamos  de modo cuidadoso centenares y a veces miles de fotos correspondientes a las autopsias que religiosamente se realizan en el Instituto Nacional de Patología Forense. Es  costumbre seguir la ruta en reverso desde el cadáver hasta el momento en que la persona gozaba de buena salud. En dicho trayecto imaginario uno va comparando las alteraciones  que en orden cronológico ocurrieron en el cuerpo, hilvanando causa y efecto. Hay un muerto gigante sin fotos que revisar, quien a una joven edad llegó a expresar: “Si mi vida llegara a ser tan importante que se justificara algún día escribir sobre ella, habría que empezar diciendo: Nació en La Vega, República Dominicana, el 30 de junio de 1909, volvió a nacer en San Juan de Puerto Rico a principios de 1938, cuando la lectura de los originales de Eugenio María de Hostos le permitió conocer qué fuerzas mueven y cómo la mueven, el alma de un hombre consagrado al servicio de los demás”.  Treinta  años después agregaría: Me hubiera avergonzado traicionar a Hostos después de haberlo conocido.

Y no lo traicioné. No soy el idealista que él formó, pero sé que si él viviera los dos estaríamos en las mismas filas, naturalmente, él como jefe y yo como soldado.

El autor de esos párrafos es Juan Bosch ido al mundo de los muertos un 1ero de noviembre 2001.  Se entregó en cuerpo y alma a la redención del pueblo que amó, aportando su sobrada capacidad intelectual  al noble objetivo de completar la obra inconclusa que iniciara Juan Pablo Duarte. Para dicha sagrada misión fundó el Partido de la Liberación Dominicana. En referencia a la quinta reunión de la nueva organización Bosch señalaba  que sus palabras “fueron muy precisas porque en ellas se estableció o se formuló la existencia de una contradicción entre un partido cuyo distintivo o cuyas características más salientes están en las cualidades de ese partido y otro cuyo distintivo o cuya característica más saliente está en la calidad de sus seguidores.

Si no se aclara que en un partido de grandes masas cada seguidor o miembro debe tener tales y cuales condiciones; si solo nos fijamos en el número, en la cuantía, y no en las cualidades de los miembros de un partido, entonces podemos muy bien caer en el error de creer que un partido es bueno porque tiene mucha gente que le siga; muy bien puede resultar todo lo contrario, que precisamente por tener mucha gente que le siga un partido puede ser malo y hasta malísimo si esa gente que está en él o lo sigue son partidarios de ideas malas”. Si Juan Bosch viviera yo gustoso moriría en sus filas sirviéndole de soldado.

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