Revuelo en México tras renuncia embajador ONU

Revuelo en México tras renuncia embajador ONU

MEXICO (AFP).- La dimisión y las acusaciones que presentó el ya ex-embajador de México en la ONU, Adolfo Aguilar Zinser, que insiste en que su país es el «patio trasero de Estados Unidos», provocaron revuelo entre los que creen que el académico no hizo sino contar verdades y los que opinan que ni siquiera tuvo que ser nombrado.

Con la salida de Aguilar Zinser se acaba de forma intempestiva una etapa del «gabinetazo» del que tanto presumió el presidente Vicente Fox tras su llegada al poder, en 2000.

Aguilar Zinser, un brillante académico proveniente de la izquierda mexicana, llegó al «gabinete del cambio» junto a Jorge Castañeda, que fue canciller, y que también se fue, aunque más discretamente, en enero de este año y que no oculta sus pretensiones políticas.

Aguilar Zinser, que fue llamado a consultas esta semana y cesado a partir del próximo 1 de enero, decidió sacarse la mordaza y le «lanzó» un órdago al presidente, de tú a tú.

«Vicente, te equivocas», señaló en su carta pública el polémico diplomático, que reitera que a lo largo de su experiencia en el Consejo de Seguridad de la ONU, Estados Unidos consideró a México como un simple peón y no entendió porqué no quería ayudarlo.

Y esa actitud viene de lejos, recordó Aguilar Zinser. «Es precisamente la historia la que nos muestra de manera irretractable e inequívoca que han sido las élites norteamericanas y algunos sectores de esa sociedad, quienes han visto a México como patio trasero», señaló.

La renuncia del representante de México ante la ONU, en plena festividad por el aniversario de la Revolución mexicana, tomó totalmente desprevenidos a los responsables de la cancillería, que apenas pudieron emitir un comunicado de cuatro líneas, asumiendo el hecho.

Aguilar Zinser dejaría la representación mexicana el 1 de enero, tras tramitar los asuntos pendientes.

Para Castañeda, cuyas relaciones con Aguilar Zinser son más bien tirantes, (según fuentes allegadas a ambos personajes) el portazo demuestra una vez más que hay un «problema de línea de mando» en el gobierno de Fox.

«El problema no son las declaraciones, es que ni siquiera lo deberían haber nombrado» en un cargo donde se requiere mucho temple diplomático, comentó a la AFP Antonio Ortiz Mena, director de Estudios Internacionales del Centro Investigación y Docencia Económica (CIDE).

«El asunto importante entre Estados Unidos y México es la migración. Entonces, ¿qué narices importa el Consejo de Seguridad?», criticó por su parte el historiador Lorenzo Meyer, que advirtió, desde que México entró en el máximo órgano decisorio de Naciones Unidas, que el gobierno se metía en un problema.

«Para el gobierno de Fox, esto termina siendo un desastre», aseguró Meyer.

México, que sufrió invasiones de Estados Unidos, que perdió a manos de su vecino más de la mitad de su territorio en el siglo XIX y que tardó años en conseguir que Washington reconociera los gobiernos surgidos de la Revolución, sigue mirándose en el espejo de su vecino del norte, pero de manera furtiva y sin saber cómo resolver el problema de convivir con la primera potencia mundial, coinciden los expertos.

«El presidente Fox puede tener todo el proamericanismo que se le antoje, pero después del 11 de setiembre no pudo ser el Blair mexicano», lanzó Meyer.

El ex embajador estadounidense en México Jeffrey Davidow, en el cargo hasta hace unos meses, está a punto de publicar un libro sobre esa compleja relación bilateral titulado significativamente «El oso y el puercoespín».

«Así como Estados Unidos padece de ignorancia o arrogancia, México se distingue igualmente por un conocimiento parcial o distorsionado de Estados Unidos», asegura Davidow en su libro, extractos del cual han sido debatidos en la prensa mexicana.

En Estados Unidos viven y trabajan 9 millones de mexicanos y otros 16 millones de descendientes, que envían a su país miles de millones de dólares en remesas, recuerdan los partidarios de salir del neutralismo tan mexicano.

«No hay condiciones por ahora para darle el abrazo (a Washington) que Davidow quiere. Ellos nos abrazaron muchas veces, pero casi nos ahogan», opinó sin embargo Meyer.

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