Revueltas populares, explosiones e implosiones sociales

Revueltas populares, explosiones e implosiones sociales

Vivimos en un estado de permanente cambio. Hay cambios  cíclicos, como la moda, que tienen lugar principal o  solamente en determinados sectores sociales; tiene iniciadores y seguidores, y cuando llega a las masas, ya los iniciadores están en otra cosa. Los cambios suelen originarse debido a la insatisfacción y las dificultades de individuos y grupos de adaptarse a determinadas condiciones de existencia. Los grupos dominantes suelen iniciar procesos de innovación tecnológica, nuevos negocios y mercados, iniciándose así cambios en el consumo, estilos de vida,  formas de ser y comportarse.

Las gentes del pueblo (no solamente) suelen desarrollar  conductas individuales apartadas de leyes y costumbres, creando negocios irregulares,  cuidando carros, limpiando parabrisas, como narcos o sicarios (radiofónicos), lavando dinero.

La acumulación de conductas contrarias a lo acostumbrado, crea tensiones sobre el orden establecido, sobre las estructuras. Toda corrupción y desorden, narco y delincuencia; el irrespeto a la Constitución y a las buenas costumbres; al acumular tensiones, pueden producir cambios  violentos. Pueden ocurrir de manera relativamente organizada si cuentan con líderes, proyectos y estructuras de apoyo político, económico o social. De lo contrario, dichos procesos pueden ser anulados por sectores conservadores, mediante coerción o medios disuasivos de tipo demagógico. Cuando las tensiones o los cambios estructurales se frustran, los sectores e individuos que los  demandan incurren en conductas individualizadas, desconcertadas, como el pillaje y las turbas. Otras veces, cunde la apatía, el cinismo, la evasión y la emigración, y otras conductas no participativas o, en todo caso, desordenadas y antisociales, que tienden implosionar, desplomar, el ordenamiento social.

La propensión a involucrarse en revueltas y cambios profundos depende de la percepción que tienen las gentes sobre la viabilidad del cambio, dadas las actuales estructuras (conducividad estructural); son estados sicológicos de percepción,  definición compartida y enjuiciamiento ético de la situación. El gran cambio es más probable cuando se percibe que la situación se está agravando, y que la ocasión es propicia. En estas circunstancias, son claves la comunicación, el contagio emocional y un liderazgo con sentido de rumbo, capaz de generalizar  la idea de que las cosas funcionarán mejor en un plazo razonable, soportable, al costo de un sacrificio proporcional al riesgo.

Pero los grandes cambios solamente se pueden producir si, además, las condiciones objetivas están dadas y los factores favorables  sean superiores a los que se le oponen.

Si el cambio esperado no se produce, se suelen agravar las condiciones preexistentes. Lamentablemente, cuando la mucha corrupción y la delincuencia son generalizadas, y el desorden administrativo y la demagogia han generado complicidad en sectores populares, el cambio estructural no es probable. Si no cambiamos los paradigmas y las estrategias, nos esperan tiempos de inseguridad e incertidumbre.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas