La noche del 8 enero dejó de existir el Ing. Reynaldo Rojas Roedán (Nano), mi cuñado, esposo de mi hermana menor Nancy Rodríguez Monegro, luego de una corta pero agresiva enfermedad.
Me pasé toda la madrugada pensando, meditando, sobre lo que fue su trayectoria de vida, lo que me impulsó a escribir estas líneas, pues estoy convencido de que era un ciudadano ejemplar.
Sería un día de 1974 cuando Nano llegó a nuestra casa enamorado de mi hermana. Desde los inicios, generó muy buena empatía como persona por su afabilidad y correcto comportamiento. Siendo un joven profesional, Ing. Civil, empleado al momento de una empresa privada de construcción. Se caracterizaba por ser conceptuoso, de buen conversar y exhibía valores y modales exquisitos. A los 6 meses ya se había casado con mi hermana, formando un hogar que siempre se desarrolló en armonía; cultivado en el amor, comprensión y tolerancia, cuyos frutos fueron 3 hijos: Rodney, Rocío y Reynaldo Rojas Rodríguez, hechos de la misma pasta que sus padres, quienes hoy son profesionales de la ingeniería y la psicología, felizmente casados y que les han dado 5 nietos maravillosos, que llevaron a Nano a expresar “si hubiese sabido que los nietos son tan buenos los hubiese tenido primero que los hijos”, con aire de abuelo orgulloso.
Pues, Nano se caracterizó en lo profesional por ser una persona capaz, responsable, ético y justo en sus honorarios. Nunca tuvo diferencia con ningún cliente que afectara su prestigio, por el contrario terminaban siendo sus amigos. Le hacía trabajos en César Iglesias, S.A. por más de 35 años, siempre con gran satisfacción por parte de ellos ante los resultados de su labor, siendo una persona muy bien valorada por sus directivos.
Estricto cumplidor del pago de sus impuestos. Siempre me decía, “si la gente no paga sus impuestos cómo se harían las obras de interés social y el funcionamiento de los servicios públicos. Lástima que no son usados de la mejor manera por los gobiernos y seguimos con precariedades en algunas áreas”.
Tenía un alto concepto de la amistad, veneraba a sus amigos, compañeros de estudios. En tantos años conociéndolo nunca lo oí hablando mal de una persona, aun de aquellos que por envidia o celos profesionales trataron de hacerle daño, se limitaba a decir “es la naturaleza y son debilidades del ser humano”.
Llevaba un niño dentro, no le gustaba ver ni oír noticias porque decía que había tantas cosas malas que enfermaban la mente, prefería los programas de comedias: El Chavo del 8, tenía grabados todos los programas de Tres Patines, y le encantaba Los Simpson, como sátira de la sociedad norteamericana.
Conversábamos durante horas de política, beisbol y religión, temas de los cuales tenía amplios conocimientos. Siempre terminaba diciéndome: “un hombre como tú, qué busca en la política, si la mayoría son unos sinvergüenzas”.
Aunque no fue una persona religiosa, me decía: “Yo no le deseo el mal a nadie, nunca he odiado, no envidio, al que puedo lo ayudo, no albergo deseos de venganza ante el interés de alguien dañarme. Creo que eso predicó Cristo, entonces no tengo nada de qué arrepentirme, y de existir “algo” no debo tener dificultad en la otra dimensión de la posible existencia”.
Pero nadie es perfecto, si bien es cierto que Nano fue un modelo de ciudadano en sus relaciones profesionales, sociales y familiares; también es un modelo de la conducta que no se debe tener en el ámbito de la salud: decía con frecuencia que no iba a médico, “el que se va a joder se jode” ¡craso error! A pesar de antecedentes familiares de cáncer y estar en la séptima década de la vida; y el mal hábito de ser fumador, de lo cual decía con cierto humor negro, “dejar de fumar es lo más fácil, yo lo he dejado más de 25 veces”, y sonreía. Entonces nunca se chequeaba su salud a pesar de la edad, nunca dejó el mal hábito de fumar. Consecuencia no se detectó a tiempo la dolencia y fue muy tarde. Entonces dijo “en que lío me metí por mi conducta”. Es una pena perder un hombre como él.
Eterno agradecimiento a los doctores Oscar Peña, Carolina de la Cruz, Luis Abreu, Miguel Cotes, Amaury García, Samuel Montero, Zaida Núñez y Germania Abreu.