Rezos arropan lecho de muerte del Papa

Rezos arropan lecho de muerte del Papa

CIUDAD DEL VATICANO (AFP) – El papa Juan Pablo II agonizaba a primeras horas del sábado en su lecho de muerte en el Vaticano, mientras millones de personas en el mundo lo arropaban con sus rezos ante la inminencia del desenlace fatal.

“Esta noche, Cristo abrirá las puertas al Papa. Con seguridad, allá le estará esperando María, a la que el pontífice profesa una gran devoción”, afirmó monseñor Angelo Comastri, vicario del Papa para la Ciudad del Vaticano, antes de un rezo del rosario organizado en la plaza de San Pedro.

Con gran devoción y lágrimas en los ojos, hasta 70.000 romanos y turistas de todas las edades y nacionalidades desafiaron el frescor nocturno para unirse a lo largo de la velada a esta plegaria bajo los apartamentos del Papa, en dos de cuyas ventanas la luz no dejó en ningún momento de brillar.

En una misa solemne celebrada durante la tarde del viernes, el cardenal y vicario de Roma Camillo Ruini, encargado de anunciar públicamente la muerte del Pontífice cuando ocurra, declaró que Juan Pablo II “ya ve y toca al Señor”.

Ante las máximas autoridades del Estado Italiano, el presidente de la República Carlo Azeglio Ciampi y el primer ministro Silvio Berlusconi, el cardenal Ruini confirmó así en la basílica San Juan de Letrán de Roma que el Papa de 84 años, los últimos casi 27 años, vivía sus últimos instantes.

“Estamos ya en la premuerte, porque el Papa está en la agonía”, aseveró por su parte el cardenal Javier Lozano, ministro de Sanidad del Vaticano, en declaraciones desde Roma a la cadena de televisión mexicana Televisa.

A última hora de la tarde, varios medios de comunicación italianos y extranjeros llegaron a anunciar incluso la muerte del Pontífice, pero fuentes oficiales del Vaticano salieron a desmentir estas informaciones indicando que se trataba sólo de “rumores carentes de fundamento”.

“Cuando sea el momento, se dirá todo como ha ocurrido hasta ahora”, agregaron las mismas fuentes que tampoco confirmaron oficialmente si Juan Pablo II se encontraba en coma como especulaban muchos. En el último comunicado oficial, divulgado el viernes a las 17H00 GMT, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, había afirmado que el cuadro clínico del Pontífice empeoró en las últimas horas.

“Las condiciones generales y cardiorrespiratorias del Santo Padre se han agravado”, declaró Navarro Valls. “Los parámetros biológicos están notablemente comprometidos”, precisó el español, quien aseguró que el Papa presenta “un cuadro clínico de insuficiencia respiratoria y renal” e “hipotensión arterial”.

“En estas condiciones no hay esperanzas y hay una pérdida de conocimiento”, afirmó a la prensa el anestesista italiano Vincenzo Carpino al requerírsele su su opinión del actual cuadro clínico. “El cuadro clínico descrito es de insuficiencia funcional de todos los órganos”, agregó.

Sólo unas horas antes, después del mediodía, el propio Navarro Valls había afirmado que el Papa se hallaba en “estado crítico” desde la noche del jueves, pero que pese a su gravedad se encontraba “consciente, lúcido y muy sereno”.

Las últimas noticias conmocionaron a la familia católica, que en los cinco continentes sigue minuto a minuto el calvario de su “Papa Peregrino” a través de la televisión y de internet. La página oficial del Vaticano incluso se colapsó este viernes por el exceso de consultas.

Una larga de procesión de fieles desfiló por la plaza de San Pedro a lo largo del día, así como por las numerosas iglesias de Roma, donde la policía se prepara para la llegada de cientos de miles de peregrinos deseosos de asistir a los funerales.

Las mismas escenas de oración, dolor y devoción se repetían en muchos otros rincones del país y del mundo.

Varias figuras importantes acompañaron este viernes al Pontífice en su cabecera, entre ellas el cardenal Ruini y el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado del Vaticano.

El único gran ausente fue el cardenal que desempeñará el papel más importante tras su muerte, el español Eduardo Martínez Somalo, quien en tanto que camarlengo asumirá la interinidad entre la muerte de Juan Pablo II y el nombramiento de un nuevo papa.

Su primera responsabilidad será certificar la defunción del Pontífice, enfermo de Parkinson y que la noche del jueves sufrió una infección urinaria y una septicemia seguida de un colapso cardiorrespiratorio, según el Vaticano.

Desde esta agravación, es atendido en sus apartamentos por su médico personal, Renato Buzzonetti, otros dos clínicos especializados en reanimación, un cardiólogo y un otorrinolaringólogo, secundados por un equipo de enfermeros.

Junto al lecho del enfermo se encuentra también su secretario privado, monseñor Stanislaw Dziwisz, leal colaborador desde hace 40 años.

Juan Pablo II fue sometido a una traqueotomía el pasado 24 de febrero, y el miércoles tuvieron que colocarle una sonda nasogástrica para alimentarlo, que no le permitió empezar a recuperar fuerzas como se preveía.

Cuando el Papa fallezca, los funerales durarán nueve días y su cuerpo será enterrado entre la cuarta y la sexta jornada después de su muerte, salvo alguna razón especial, según las disposiciones tomadas por el mismo Juan Pablo II en la Constitución apostólica de 1996.

Entre el decimoquinto y el vigésimo día comenzará el Cónclave en el que debe elegirse a su sucesor.

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