Ricardo Bofill, valoraciones de un genio de la arquitectura

Ricardo Bofill, valoraciones de un genio de la arquitectura

POR FÁTIMA ÁLVAREZ
¿Me conocéis o no me conocéis?”. Con la expectativa de la primera entrevista a medios de comunicación dominicanos, los periodistas esperaban el espacio para conversar con el considerado genio del postmodernismo arquitectónico.

Ricardo Bofill llenó con su personalidad el Royal Club del hotel Embajador, haciendo trizas la imagen mental de una imponente figura, pero definiendo bien en el terreno su condición de “divo” del arte arquitectónico; una especie de dios de la estructura, que igual se impone en China, como en Camerún; en Grecia como en París.

Y como es para Bofill –al parecer– imposible desligar la arquitectura de la personalidad de una ciudad, de su seducción y veleidosidad, de la fortaleza de sus instituciones, ponderó la estabilidad política y económica como garantía de continuidad de las obras públicas; reclamó con la crudeza del español, agravado por su condición de catalán, la desatención por toda la línea del paisaje marino que conforma el malecón de Santo Domingo.

Y habló de Gaudí. De lo que significan para él sus referencias de calidad artística y se descubrió parecido en muchas cosas y antítesis en otras.

En la locura del genio, en lo diverso, en lo irreverente, parecidos. En lo localista, en lo modesto, opuesto.

Habló de la “ciudad copia”, de la caricatura de ciudad en la que puede convertirse un conglomerado a través de la segregación y de muchos otros males y ventajas.

ANDANZAS DE UN CITADINO

“La verdad es que conozco poco Santo Domingo. Lo conozco un poco como turista, pero nunca he pensado hacer nada…” (arquitectónicamente).

“Uno ve un edificio y sabe cuánto vale, el nivel cultural del que lo ha hecho, qué capacidad tiene… y esto sirve para entender la ciudad. Pero no me había planteado nunca trabajar en Santo Domingo. Yo trabajo desgraciadamente, y en contra de algunas de mis ideas, en países fuertes e industrializados.

Yo tenía una idea de Santo Domingo peor de la que me encontré. No trabajamos nunca como arquitectos que vienen con sus proyectos, los colocan y se van. Hemos dado una vuelta rápida, pero con los ojos colocados de otro modo, y no la he encontrado tan mal… es una ciudad histórica, muy agradable más que bonita; menos espectacular que otras, como Cartagena de Indias, y la he encontrado bien. No muy limpia, pero todavía no muy tocada; todavía con sabor a ciudad… está en un punto en el que si lo que se haga arquitectónicamente se hace con cultura y sensibilidad, puede estar muy bien; si en cambio se vuelve folclórica, va a volverse un pastiche para los turistas.

El centro de la ciudad lo he encontrado un poco destartalado, pero tiene buena estructura, lo que no hay es un ordenamiento lógico de la ciudad, no hay una regulación que otorgue a una parte de la ciudad un peso específico, una característica de centro.

 Descubrí un malecón bastante abandonado para el que podría ser. Es una lástima que el turismo se vaya a otras partes y que Santo Domingo se quede sólo como un lugar de mano de obra decente, para un país que tiene unas características turísticas muy fuertes e importantes. 

Lo que hay que hacer es recuperar el malecón, porque es un lugar emblemático, la ciudad da al malecón, y tanto para el turismo como para la vida y la economía de la gente, es importante. Las ciudades se hicieron de espaldas al mar en el siglo XVIII, pero después se dieron cuenta que era un disparate y han girado.

Esto es un poco la intención, un tanto utópica, colaborar con la gente de aquí, si están de acuerdo…

– Pero usted ama las utopías, obviamente…

– Amo las utopías, pero no tanto. Cuando uno es pequeño las ama más, y a medida que uno va madurando le gustan las utopías reales, las que se puedan construir.

En Santo Domingo se observa un caos: un edificio alto, otro más bajo, una bomba de gasolina al lado… esto es lo que se llama una “ciudad americana”. Los americanos son muy buenos en muchas cosas menos en una y es que las ciudades las hacen muy mal; las hacen mejor los europeos, incluso, mejor los españoles que los norteamericanos. La ciudad tiene que ser. De lo contrario, es un suburbio americano al lado de la playa –que es el caso de San Juan–, que no tiene nada que ver con nada. Es un trozo de Estados Unidos colocado aquí, sólo que más pobre.

Esto es lo que realmente habría que corregir para ir haciendo poco a poco una ciudad, cuyos usos no tienen que estar separados. Tiene que haber calles. No lugares para coches, calles. Para pasear, para andar y tienen que ser un contínuo urbano.

Además, la gente tiene que estar mezclada. No todas las mezclas son posibles, pero lo más mezclados posibles; gente que tenga una convivencia. Eso es importante para que la ciudad no sea una zona de ricos, o una zona para pobres, sino una ciudad”.

– El arquitecto postmodernista es cuestionado sobre los dos más grandes proyectos arquitectónicos que penden en la aún debilitada economía dominicana: el metro y la marina de Sans Soucí. Del primero, deja caer algunas ideas. Certeras, punteras. Del segundo, silencio absoluto.

– “El metro espero que lo podaís hacer. Es una cosa muy cara, porque estará bajo el nivel freático y les va a costar una fortuna. Ya sé que es un sueño de la clase política, pero la verdad es que no sé. Creo que es muy caro y que toda la inversión se irá en el metro. Además, no he visto un grado de congestión tal, no veo la urgencia. No sé hasta qué punto uno se puede gastar todo el dinero que tiene y el que no tiene y empeñar a su país, cuando hay urgencias sociales tan grandes. Al final, lo tendrá que pagar el Estado, porque es deficitario; por lo tanto, los recursos privados no van a alcanzar nunca. Espero que esté bien pensado y ojalá que puedan.

– Bofill sabe que el poder económico que sostiene a una nación industrializada y que soporta la creación de una ciudad, no puede ser manejado por lo tangencial de la política, a diferencia de los países tercermundistas y por demás caribeños, donde la continuidad de las obras públicas son muchas veces el resultado de intereses de partidos o la culminación de un cuatrenio de poder.

Las grandes obras de reestructuración de una ciudad sólo se pueden hacer cuando hay estabilidad política, estabilidad económica y seguridad jurídica. Actualmente no se pueden hacer obras de impacto en la población donde no se den esos elementos.

– ¿Cuál sería el perfil de una ciudad postmodernista del tercer mundo?

Ustedes teneís unas cualidades intrínsecas y unos temas derivados de estas cualidades: buen clima, una isla preciosa, una facilidad de vida, gente muy simpática…

– Pero no se construye una ciudad con simpatías…

– Teneís muchas cosas que mucha gente la quereís tener y que no se da en otros sitios. Falta la parte de organización y gestión de los países más avanzados técnicamente. Algunas de esas cualidades hay que ponerlas en marcha para que el desarrollo del país sea posible y con esto, inversiones del exterior. Además, debe haber un nivel de profesionalidad alto, de tecnología suficiente y una formación de los cuadros continuada.

Lo bonito es la diversidad, por lo tanto no puede haber arquitectura que salga del centro de Europa o Estados Unidos y que se aplique al pie de la letra a Santo Domingo, Barcelona, Pekín o África Ecuatorial. No puede ser. Hay que buscar arquitecturas que tengan que ver con el lugar, clima, las características de la gente, con la manera de vivir y con la sociedad; entre éstos estoy yo. Ya llevo más de 40 años con esta manía, con esta obsesión que es la diversidad. Lo que me interesa, divierte y me gusta es adaptarme al lugar, en este caso, sería adaptarme al Caribe y a Santo Domingo.

– El Caribe ¿otro reto?

– Podría serlo, no digo que lo sea. Podría serlo si hay la oportunidad.

BOFILL EN FUNGLODE

Ricardo Bofill vino al país gracias a las gestiones de la revista Archivos de la Arquitectura Antillana, en coordinación con el Centro de Estudios de la Arquitectura, el Urbanismo y el Hábitat de FUNGLODE, que dirige el arquitecto Gustavo L. Moré.

Hoy, el arquitecto español, catalogado como uno de los cinco mejores del mundo, dará una conferencia titulada  “Arquitectura: gestión de proyectos públicos y mixtos”, a partir de las 5:00 de la tarde. La disertación podrá ser seguida también por videoconferencia en las instalaciones de la Pontificia Universidad Madre y Maestra (PUCMM), en Santiago.

Bofill, fundador de la compañía internacional Taller de Arquitectura, con sede en Barcelona, centrará su presentación en la filosofía de su diseño y su obra. A lo largo de su disertación, se referirá a la participación del arquitecto contemporáneo en la gestión de proyectos públicos y mixtos de gran escala.

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