Ricardo Darín, el actor que abrió la puerta a los laberintos del alma

Ricardo Darín, el actor que abrió la puerta a los laberintos del alma

PARÍS. El actor argentino Ricardo Darín es, a sus 56 años, uno de los más admirados de América Latina pero parece determinado a impedir que el éxito lo distraiga de su apuesta permanente por un cine que abre la puerta a las complejidades del alma humana, fuera de los caminos trillados por Hollywood.

«La complejidad es un nutriente porque permite ir a terrenos donde uno no se ha probado y, mínimamente, correr riesgos», explicó Darín en una entrevista con la AFP.

El actor está de visita en París para presentar la película «Tesis sobre un homicidio», de Hernán Goldfrid, una de las más exitosas de 2013 en Argentina, que narra la historia de una obsesión y un duelo intelectual entre un profesor abogado y su alumno.

Según Darín, «uno lo que busca siempre es ir hacia una mayor complejidad, sea ostensible o interior». «A esta edad, uno se pregunta cuáles son los estímulos, cuáles los desafíos, qué es lo que viene, por qué hago lo que hago».

Todo predestinaba a este hijo de actores a seguir el camino de las tablas, los estudios de televisión o los sets de cine, rumbo que tomó siendo todavía niño, antes de convertirse en galán adulado de telenovelas y comedias ligeras.

Pero su carrera artística marcó un giro en el 2000, por el propio peso de la madurez personal y de la mano del director argentino Fabián Bielinsky, que desarrolló facetas más complejas del actor en «Nueve reinas» y «El aura» (2005), o dirigido por Juan José Campanella en «El hijo de la novia» (2001).

Las facetas más oscuras. «Bielinsky empezó a proponerme sacar cosas más oscuras de adentro mío y mostrarlas a través del oficio», la otra palabra importante en el diccionario de Darín, conocido por su perfeccionismo. «Comencé a comprender las posibilidades que ofrecen las contradicciones de los seres humanos, poder hablar desde un lugar no tan lineal, sino más complejo».

Este año se estrenará «Relatos Salvajes», de Damián Szifrón («Tiempo de valientes», «El fondo del mar»), con actuación de Darín y compuesta de seis cuentos cortos «cuya columna vertebral son la ira, la furia».

Anticipa que «creará polémica» porque «es una película fuerte, que versa en la locura al punto que llega a tener un toque tragicómico».

La carrera de Darín está repleta de éxitos y premios -incluyendo un Oscar a la mejor película extranjera por «El secreto de sus ojos», que protagonizó en 2009 bajo la dirección de Campanella-, aunque no fue a buscar la estatuilla dorada a Los Ángeles.

A él le encanta seguir su propio camino, escaparse: de Buenos Aires -aunque aclara: «no porque no ame a mi ciudad, vivo en ella y viviré allí toda mi vida»- para reaparecer en Santiago de Chile, Madrid o París.

De los sets de cine, también: para hacer teatro, su elixir secreto de juventud. «Me dediqué todo el año pasado a hacer teatro en Buenos Aires, cosa que me vino muy bien, porque el cine captura a los actores y no les permite el espacio necesario».

Actuó en «Escenas de la vida conyugal», de Ingmar Bergman, junto a Valeria Bertuccelli, «una temporada fabulosa en la que aprendimos mucho».

En busca de historias «simples» que «calen hondo». «En cine, tenemos que ofrecer historias simples y profundas. Si analizamos en perspectiva lo que ocurre en Hollywood, cuesta encontrar historias de esas que calen hondo, de esas que cuando salís del cine sentís que la vida es mejor, que la vida es posible, que podemos ser mejores personas, que podemos ser más justos, más solidarios, enfocar más sobre lo positivo que sobre lo negativo».

Según Darín, «nuestro cine, lo que está aportando con relación a otras cinematografías del mundo, es que en muchos felices casos se está deteniendo en contar historias simples y humanas, no se está buscando la grandilocuencia ni apuntando a las superproducciones ni a los efectos especiales, ni a todas esas cosas a las que se ha dedicado Hollywood».

Lo importante es «contar simple y sencillamente una historia que conmueva, que nos abra la cabeza, nos caliente un poquito el corazón y nos haga un poco más humanos», insiste el actor y, desde 2007, incipiente director (con «La señal», una película que también protagonizó).

«Me entristecen los retrocesos más que el paso del tiempo». Darín se está haciendo casi tan famoso por las películas que protagoniza como por las ofertas que rechaza: es muy selectivo con los guiones. «A mí lo me apasiona son las historias, esa es la puerta de entrada de un proyecto: leer un libro y que te atraiga de alguna forma, aunque más no sea por el hecho de que entretiene».

¿El paso del tiempo? «Me entristecen los retrocesos más que el paso del tiempo, cuando no se resuelven cosas que deberían estar resueltas. No me siento mal con respecto a mi edad, no estoy desenfocado, lo llevo bien».
«La vida, -agrega- en muchos casos es tratar de encontrar cuál es la clave para enfrentar a la muerte de la forma lo más calma y tranquila posible. Supongo que será un camino de aprendizaje para llegar a ese punto y lograr un estado de aceptación». ltl/js
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